Delirios metafísicos

«Los dioses no estaban ya y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo«.

-…. como ahora mismo. ¿Entre qué dos hitos nos encontramos en estos momentos y simulan vivir nuestras vidas? ¿Qué guía seguimos? ¿Para qué hacemos las cosas que vivimos?

– No se vive nada. La vida es un segundo entre dos nadas.

– Es posible, pero varias vidas encadenadas deben llevar a algún fin.

No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.  Esa cita es todo lo que puedo decirte. Lamento tener que recurrir a otros para intentar explicarte lo que siento, pero es que yo no tengo tanto talento. Se trata de, en la medida de lo posible, construirse un alma. Nadie lo hará por tí ni tú lo harás por nadie. El resto de cosas es puro artificio; no te suponen ninguna experiencia ni crecimiento. Pero esto no importa. De hecho ni siquiera todas las personas sienten esta necesidad. Hay muchas formas de vivir o de creer vivir.

– Es un abismo de incertidumbre todo eso que dices: poder hallar la inmensidad por una parte pero a la vez dentro de algo tan efímero.

– Haz entonces lo que creas que debes y te hace ser, pero recuerda siempre que por mucho que andes y aunque paso a paso recorras todos los caminos, no hallarás nunca los límites del alma.

– …¿quieres decir que haga lo que haga la felicidad siempre será arcana para mí?

– ¿Es que acaso pretendes ser feliz? ¿Cómo has podido caer tan bajo?

– Bueno…la sabiduría no es comunicable. El saber sí, pero la sabiduría no; así que trataré de buscar menos y ya veremos lo que encuentro.

Según la Odisea, Sísifo, condenado por los dioses a la ceguera, recibió el castigo de empujar una gran roca hasta la cima de la montaña, pero cada vez que llegaba a la misma la roca volvía a caer y debía volver a empezar.

Prometeo, el hijo de Asia inmortal, también sufrió la ira de Zeus siendo encadenado en el Cáucaso y un águila le devoraba el hígado cada día. Como Prometeo era inmortal el hígado le crecía cada noche y el águila volvía a devorarlo una y otra vez.

SISIFO. TIZIANO

SISIFO. TIZIANO

EL TORMENTO DE PROMETEO. RUBENS.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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