Apología Andaluza

Para cualquiera que desconozca la sucesión de acontecimientos esto que aquí escribo podría asimilarse como si de un episodio de Juego de Tronos se tratara, pero lo que viene después, es decir, la formación de la cultura e idiosincrasia andaluza, resulta prácticamente imposible de explicar al menos tal y como yo lo siento.

» Y sepa su excelencia don Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo del Primado de Toledo, que lo que hoy se abren aquí son las puertas del Andalucía».  Frase atribuida a Alfonso VIII de Castilla.

No se ha hecho aún ninguna película, pero a modo de la batalla inicial en Germania en Gladiator o la batalla de Gaugamela en Alejandro Magno, bien podría hacerse una no menos épica y espectacular con la que tuvo lugar en el gran llano de la Losa que nosotros conocemos como la llanura o la Nava de Tolosa el 16 de julio de 1212. Es en ese momento cuando nace o comienza a gestarse Andalucía. Lo anterior a eso es lo que sucedió en un espacio geográfico: Tartessos, la Bética, Al Andalus y los almohades y almorávides. El nacimiento de la castellana Andalucía, escalón o paso previo a América nació ahí.

Había llegado procedente de Toledo la gran coalición cristiana encabezada por el rey Alfonso VIII de Castilla. Entre todos los integrantes había castellanos, navarros, aragoneses con su rey Pedro II al frente, portugueses, leoneses, ultramontanos (gentes procedentes de más allá de los Pirineos) y por supuesto miembros de las siempre ansiosas órdenes militares de Santiago, Calatrava, San Lázaro, San Juan y del Temple. La necesidad de tierra, el espíritu de reconquista y el fomento visceral del Papa Inocencio III había hecho que los reinos hispánicos cristianos decidieran plantar cara en campo abierto al temido Imperio Almohade que se extendía hasta más allá del Atlas. El punto de encuentro sería la gran llanura que en toda Sierra Morena se conocía como el llano de la Losa y que posteriormente cambiaría su nombre a la Nava de Tolosa o las Navas de Tolosa, una gran planicie  en la que la batalla campal sería librada por enésima vez entre la cruz y la media luna. Al otro lado la infantería marroquí, los voluntarios andalusies, la caballería almohade, los arqueros turcos y la temida guardia negra del Califa compuesta por fanáticos soldados-esclavo procedentes de Senegal ya se encontraba perfectamente dispuesta para afrontar el decisivo paso que haría que la Historia se inclinara en favor de un bando u otro.

El resto ya es historia. Como suele ser habitual en estos tiempos, se cuentan las causas y las consecuencias de las guerras pero no el desarrollo de las mismas. En este caso, la consecuencia fue la castellanización y cristianización de un área geográfica. Y a partir de aquí y en una sucesión vertigionosa de acontecimientos las principales ciudades fueron cayendo, los mudéjares fueron siendo expulsados al campo o invitados al exilio y el entramado urbano se fue repoblando de castellanos y navarros fundamentalmente. Todo el valle del Guadalquivir sufre esta transformación mientras que al este del valle no existe aún Andalucía porque pervive el reino nazarí de Granada, que no claudicará ante Castilla hasta más de dos siglos después de las Navas. Este punto es fundamental para entender las diferencias entre lo que es hoy la Andalucía occidental y la Andalucía oriental.

Cualquier andaluz con criterio tiene un millón de motivos por los que enorgullecerse de su tierra y otros tantos por los que avergonzarse. Yo creía que esto era propio de lo andaluz, pero lo cierto es que nadie en ningún punto terrestre podría tirar la primera piedra en este aspecto.

A Andalucía se la sufre, no se la vigila ni se  la atempera porque es libre, porque no es occidente pero no es oriente y le cuesta ser positivista europeísta pese a muchos empeños, porque como territorio visagra que es se resiste a homologarse, porque es un crisol y su esencia no se puede explicar a nadie que no haya bebido de sus aguas. Qué dificil resulta al no andaluz entender que Andalucía va por otro camino, que vive en otra dimensión y hará lo que ella quiera y cuando quiera.

Escribe Juan Ramón:
¡Venid, siglos venideros,
tened! Y ahora, huid, volad,
que ya os volveré a cojer
antes de vuestro final.

El arte era democrático y anárquico; se mezclaba y se confundía, se fecundaba y se prometía, se reía, se movía, se jodía y se volvía a fecundar. Al final produjo un hálito sólo aprehendible a los iniciados, a los practicantes de estados alterados de conciencia que comulgando sincréticamente en el valle del Guadalquivir, accedieron a beber de la fuente andaluza. Nadie jamás pronunciará su nombre y nunca podrá definirse porque como dice el Tao (en lo andaluz) «aquello que puede decirse no es».

Cuando Celaya escribe que «Por la orilla de lo eterno, con los brazos extendidos, voy suspirando, llorando, aun no sé por qué motivo» yo lo imagino paseando por Andalucía asomado al Atlántico pero sin perder de vista el mar de Alborán, porque se trata de vivir en una cosmogonía alternativa como si Hesíodo hubiera sabido que por encima del mundanal ruido y las banalidades cotidianas existe Andalucía y su vida celeste.

Qué de acuerdo estoy con Pérez Reverte cuando hablaba de la Sevilla de los yonkis y las putas, del encanto burlón y la mística incomprensible para el que no sea andaluz. Entiendo perfectamente que abomine de esa otra Andalucía que se quiere homologar como folclórica asimilada, chistosa obligada, aristocrática y rancia llena de ferias y certámenes que representan cualquier cosa menos la esencia estoica de Lo Andaluz con mayúsculas.

En una conversación de las que mantengo casi a diario Andalucía me dice: «Adelante, hablad de mí, reiros de mí, yo estoy aquí para que me sigáis amando, para alegraros las vidas, para que siempre tengáis un lugar al que ansiar vivir. Cualquier cosa menos ser olvidada, yo fluyo a través de los siglos como el Punjab, como Pasagarda, como cuatro lugares escogidos en el mundo a los que el ser humano siempre querrá regresar»

Así que Día de Andalucía y fronteras como inventos políticos aparte, viva el valle del Guadalquivir y todo lo que de él ha nacido porque en Andalucía,  como dice de nuevo Juan Ramón, siempre seguirán los pájaros cantando:

Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las siestas del baño,
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu de hoy errará, nostáljico…

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

 

 

 

 

Hay vida en Marte

Como a casi todo, también llegué tarde a Bowie. Creo que tenía dieciséis años cuando escuché The Jean Geanie y he de confesarlo, simplemente me gustó. Sin más. No me pareció ninguna gran maravilla. Fue más tarde cuando conocí el arsenal de canciones memorables que tenía y muchos, muchos años después cuando profundicé en sus etapas musicales y estéticas. Sí, escribo esto porque pocos artistas en este mundo bastardo del rock and roll han sido tan iconoclastas como él. Gigantes son sus discos de la etapa glam, admirable el giro que dió de una música espacial al puro soul americano, pero confieso que tengo debilidad por la trilogía de Berlín y su colaboración con el gran Brian Eno. Para gustos los colores, ¿no? Sin embargo, para mí lo que hace grandioso a David Bowie es precisamente su inconformismo y eclecticismo. La canción que más me gusta es glam (Life on Mars), el período que más admiro el de Berlín (Low – Heroes – Lodger) y la etapa que más respeto es la que comprende sus últimos años desde Hours hasta su triste desaparición (Hours – Heathen – Reality – The Next Day). Podría hacer una lista de 50 canciones absolútamente gigantes, pero cualquier cosa que escriba sobre David Bowie ha sido ya escrito y mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo.

Vivimos en una sociedad que rinde culto al icono, al envase, a la estética y a la juventud. Es así, debemos asumirlo. A veces he hecho el ejercicio de imaginar cómo hubiera sido el mundo de la música pop siendo solo música y nada pop (para mí toda la música popular del siglo XX es música pop en el sentido más warholiano de la palabra) . Imaginar este tipo de música sin el apoyo de la imagen, del televisor, del vídeo, de la portada del disco, del gesto, de la pose. Sólo la música tal y como escuchamos a Mahler, Granados, Beethoven, Mozart, Bach y a ese largo etcétera. ¿Qué quedaría? Sólo la música. No sabríamos si Elvis tiene tupé y patillas, si Chuck Berry corre con la pierna alzada mientras toca la guitarra, si McCartney cruza descalzo un paso de cebra, si Gardel lleva el pelo engominado ni si las rayban son símbolo de poeta del rock. Sólo música y que la música nos llegara exclusívamente vía auditiva. Entonces desaparecería el icono popular de cartón piedra construido por los que necesitan que del concepto «música popular» la dimensión de la primera palabra deba ser igual o más pequeña que la de la segunda. Creo que David Bowie fue el más grande conjugando iconoclastia y música. No creo que diga nada nuevo.

Can you hear me, major Tom?

Yo reconozo que para la estética y la moda soy un poco desastre. Estoy convencido de que tiene su mérito al igual que una gran coreografía y resto de artes escénicas, pero lo cierto es que no me seduce, no me interesa salvo para cumplir unos mínimos. Soy gregario, acepto y asumo mi condición. Me interesan en cambio treinta y cinco segundos. Ese es el tiempo que hace falta escuchando Life on Mars? para darse cuenta de la dimensión de músico que era David Bowie. Un cambio solo al alcance de un genio. Llegar al segundo treinta y cinco y que las mentes y oídos mundanos como el mío creamos que vamos a bajar de nuevo al acorde inicial MI y de repente nos dé el bofetón,  el giro inesperado, el  rugido del genio que comienza a escalar hasta llegar a un estribillo épico y desgarrador.

No existen tierras extrañas. Es el viajero el único que es extraño. Robert Louis Stevenson.

Te preguntabas si había vida en Marte. Por su puesto que la había. Tú eres la prueba. Descansa en paz Ziggy. Tu música no lo hará jamás.

 

El Danubio, Valdés Leal y Song of the Gulls

Cruzando el bajo Danubio a su paso por el sur de los Cárpatos, ya metidos en el valle de Valaquia se puede oir el estridente canto de las gaviotas pidiendo paso por las Puertas de Hierro. La belleza es descomunal, el impacto es duradero y las sensaciones equívocas. Aunque ahora no esté, uno no puede dejar de ver la tábula de Trajano y a las legiones romanas cruzando el río para conquistar a los dacios. Mientras eso ocurre el emperador hispano me habla de su origen y comienza a anocher. Y de repente todo lo que antes era deleite y bienestar se torna desazón y pesadumbre. Me llama Valdés Leal desde su In Ictu Oculi y me cuenta que el Finis Gloriae Mundi ya nos toca. Me insiste en lo pasajero del viaje y en lo banal del pasajero. Pepe Hierro me dice que todo es afluyente eco de la nada, pero yo me esfuerzo en abrazarme a lo eterno y escucho la canción de la gaviotas.

King Crimson: Prelude Song of the Gulls

El Danubio. Las Puertas de Hierro.puertas de hierro

La Tábula de Trajano.

tábula trajana

Valdés Leal. In ictu Oculi.

in ictu oculi

Valdés Leal. Finis Gloriae Mundi

finis gloriae mundi

King Crimson. Islands.

islands

 

Entre Escila y Caribdis

«(Dios) produjo los dos mares que confluyen; entre los dos hay un istmo que no sobrepasan» Corán (55, 19-20)

«En el caos en el que vivimos, se imponen ciertas comparaciones, al menos para quienes son sensibles a las formas espirituales; y hoy ya no es posible dejar a un lado, guardando silencio, los problemas que de ahí se derivan» Titus Burckhardt. Introducción al Sufismo.

Cuando murió Mahoma en el año 632 sus seguidores se encontraron inmersos en el dilema sobre quién debía liderar la comunidad de fieles. Se abrieron dos vías posibles para determinar quién sería el próximo califa (sucesor, sustituto); una basada en el ejemplo y las costumbres (Sunna) y otra sustentada por la herencía directa de sangre (Chía). Los miembros más venerables de la comunidad eligieron a Abu Bark, hombre en quien Mahoma confiaba para dirigir la oración cuando estaba ausente y a la postre su suegro. Los miembros opuestos apoyaban a Alí,  pariente varón más próximo al Profeta ya que además de ser su primo estaba casado con su hija Fátima. Finalmente la facción mayoritaria suní ganó la elección y Abu Bark fue nombrado califa mientra los chiíes tendrían que esperar veinticuatro años para ver a Alí nombrado califa y ocupando el cargo apenas cinco años. Alí murió asesinado en Kufa y hoy puede visitarse su mausoleo en Nayaf.

¿Dónde queda la religión y la religiosidad en este capítulo? Los suníes han sido mayoritarios y más poderosos que los chiíes desde entonces. Tan solo la revolución de Jomeini en Irán dio auge al chiismo, que siempre ha sido identificado como el Islam de los pobres, oprimido y desheredado, minoritario, contrario al expansionsimo e imperialismo sunní. Cualquier musulmán del mundo afirmaría contundentemente que no hay de facto ninguna diferencia de dogma ni fe entre el sunismo y el chiismo, tan solo interpretaciones políticas enfrentadas.

Muerto Alí en el año 661, su segundo hijo Hussein lideraría la rebelión contra el califa omeya suní de Damasco resultando martirizado y muerto en Kerbala en el 680. Aún hoy los chiíes conmemoran el martirio de Hussein con desfile y flagelaciones muy similares a los de nuestra semana santa.

Hace unos días Arabia Saudí (suní) ejecutaba a Nimr al Nimr, clérigo (chií) supuestamente por estar involucrado en movimientos armados de conspiración contra el régimen saudí. Como reacción la embajada árabe en Teherán fue atacada por manifestantes y Estados Unidos condenó este último acto, no así la ejecución del clérigo.

Nimr al Nimr fue unos de los líderes de la primavera árabe en Arabia, donde denunciaba las discriminación de la población chií, el régimen autoritario de la monarquía saudí y la nula distribución de la riqueza petrolífica de la región. En 2013 fiscales saudíes pidieron su crucifixión y posterior decapitación y una vez muerto el clérigo y tensada la cuerda milenaria de enfrentamientos entre Suníes y Chiíes o lo que es ahora Arabia Saudí e Irán, digo yo a todo esto: ¿Dónde queda aquí la profesión de Fe? Un nuevo capítulo de envoltura y disfraz de religión y religiosidad.

Cito a Oliver Roy durante una conferencia de prensa sobre el Islam en Europa:

«Es necesario hacer una distinción entre religión y religiosidad. (…) En el cristianismo existen treinta y seis maneras de ser cristiano en el mundo, tanto en el plano personal como en el político, cultural, etc. En el Islam ocurre lo mismo. No obstante todo el debate actual está condensado en saber qué dice el Corán. Pero el asunto no es lo que dice el Corán sino lo que los musulmanes dicen que el Corán dice y ahí, en cuanto se plantea esto, surgen treinta y seis respuestas diferentes. Por tanto, lo que está en cuestión no es el contenido teológico de una religión, sino la mnera en que los creyentes lo viven, es decir, la religiosidad.»

Y a pesar de esto se sigue vendiendo como problema de religión. Y María aparece más veces en el Corán como ejemplo sublime de mujer que en el Nuevo Testamento…

Yo esto lo veo clarísimo. Un católico no necesita una reforma teológica  ya que el Catolicismo es en sí mismo antireformista. Y esto es así porque la religiosidad católica está perfectamente culturizada de valores occidentales. ¿Qué ocurre entonces con esa necesidad de reforma islámica? La teocracia es reciente en el Islam; los emires y sultanes tomaron el poder religioso por la fuerza, nunca en defensa del Corán. Entonces, ¿por qué no mostrar más respeto por la audiencia? Entender que no somos tontos y que no vamos a comprar su noticia. Llamar a las cosas por su nombre sin dejar que miles de millones de personas mueran por el beneficio de unos pocos. Maldito el uso que se hace de la religión y maldita la religiosidad mal hallada.

Entre Escila y Caribdis. Entre esos dos monstruos que viven en las aguas de un estrecho por las que transitan los acontecimientos. Entre economía y cultura que visten de religión.

 

 

Fabio y Cristina

Hacía ya tiempo que Fabio y Cristina habían roto su relación. No fue fácil. Primero fue la clásica excusa de la supuesta complejidad que suele escudar complejos, avatares del tiempo, de la distancia de intereses y un sinfín que no por ser menos frecuentes resultan menos dolorosos.

Siempre solían hablar de ellos mismos y de su relación como si de una playa se tratase: las subidas y bajadas de la marea, la arena a ratos mojadas y a ratos seca pero siempre habitada y transitada por un fluir de pensamientos, de intereses  y de «ganas de».

Lo cierto fue que para cuando abandonaron la playa en realidad esta ya llevaba tiempo vacía y como siempre ocurrió y ocurrirá cuando se rompe una relación existen dos roles que cumplir: el de la persona que deja y el de la persona que es dejada. Sin embargo en este caso, aunque vendían el crepúsculo amoroso como de mutuo acuerdo lo cierto era que Cristina fue la que determinó que aquello debía acabar. Fabio tuvo pocas opciones de rebatir porque en el fondo del asunto también sabía que aquello no tenía futuro. Desde su casa ubicada al borde de un acantilado veía la playa vacía y embarrada, llena de lluvia.

Cristina tomó la última palabra. Ella decidió el final y sin embargo no terminaba de concienciarse de ello. Fabio sufría pero intentaba construirse un esquema y aceptar que debía mirar hacía otro lado pero ella provocaba de su día a día un ni contigo ni sin tí que hacía tambalear a Fabio y por ende a ella misma. A pesar de que ella fue quien vació la playa seguía caminando sin ropa y sin paraguas y Fabio la veía, la sentía y la sufría.

«No sé qué esperas haciendo eso. Lo matas pero no lo dejas morir. ¿Qué quieres? ¿Que me quede contigo y que terminemos embobados con la luna y creyendo ver platillos volantes? ¿ Vivir en un mundo paralelo en el que permanezcamos inertes? Lo nuestro o es o no es. No puede haber un estado sentimental stand by. No podemos refugiarnos en una invención voluntaria». Estas eran reflexiones que Fabio se hacía en voz alta desde la ventana de su casa. Digamos que había construido un muro, una especie de abrigo que lo protegía de cualquier supuesta invasión exterior. Se sentía débil, frágil, había sido golpeado y en el mundo hay un millón de cosas a las que asirte para fabricarte excusas que te protejan de vivir. Pero bueno, al fin de al cabo era su período de duelo, era normal. Suponía que no siempre sería así.

Un martes, un jueves, un domingo Cristina llamaba a Fabio por teléfono para pedirle consejo. Quería conocer su opinión sobre la decisión que había tomado y también de paso hablar por enésima vez de las razones y motivos que a ella le parecían que hacían del corazón de Fabio un icebird. «Ya es muy duro todo esto. Dejemos que corra el aire y que pase el tiempo. No deberíamos vernos más. Ahora mismo lamentáblemente sólo podemos hacernos daño».

Pero claro no era tan fácil. El comportamiento de Cristina hacía resquebrajaba sus pilares y debía convencerse día y noche de no sucumbir a ella, de no bajar la guardia y quitarse el abrigo que tanto le había costado ponerse. Día y noche, noche y día se torturaba con lo que debía hacer. Lo tenía claro y a pesar de todo era un clavo ardiendo en el pecho.

El rol de Cristina era contradictorio, clásico por otra parte y común.  Después de Fabio había tenido algunas relaciones breves que él había sufrido en silencio. Aunque ella terminó con su historia y tuvo los arrestos para demostrar decisión y convencimiento, a menudo decía sentirse decepcionada porque Fabio no hubiera mostrado el menor síntoma de querer paliar la situación dando un vuelco a un barco a la deriva. Ella siempre hablaba de él como de un cobarde, temoroso y falto de miras y madurez para ello. Eso provocaba mucha ira y rencor en Fabio a la vez  suspiraba por ella en momentos de debilidad idealizando su relación hasta los límites volviendo en sí minutos después convencido de que no era cierto eso que estaba pensando; era la típica mala jugada de la conciencia que te hacía buscar protección y confort en situaciones pasadas.

Un lluvioso sábado por la noche Fabio se encontraba sentado en la mesa de un bar tomando unas copas con amigos. Cristina entró empapada y quiso sentarse junto a él. Se mostró iracunda, altiva a la vez que humillada, vacilante a la vez que decidida. Fabio dio un golpe con la copa en la mesa, se levantó y gritó: «¡¡Yo rompí todas tus fotos pero tú no dejas de llamarme!!. ¡¡¿Quién es el que no tiene valor para marcharse?!! ¡¡¿Quién no tiene valor?!! ¡¡¿Quién es la cobarde que prefiere quedarse y aguantar?!!»

Cristina salió del bar llorando. Fabio se quedó en el bar llorando. Ambos vivieron su duelo. No fue bueno pero fue lo mejor.

Me apetecía relatar una de la que a mi juicio es de las mejores y más originales canciones pop en español. Es breve, concisa y clara, no tiene estrofa ni estribillo, es envolvente, sencilla y narra una historia universal con un final infinito y al que nunca se llega; como al horizonte desde la playa, como el final de la historia de Fabio y Cristina.

Cuando Amaro Ferreiro le enseñó esta canción a su hermano Iván este sabía que debía grabarla. Amaro la tocaba en Mi pero Iván la subió a La dándole el empuje y el sentimiento que sólo él podía darle. Adoro esta canción. Turnedo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De ahora y de siempre

«Buscad el Reino. Lo demás os será dado por añadidura»  Mateo 6:33.

Un ejemplar del Hadji Murat reposando en la mesa, el humo de un cigarro a medio terminar y un lector que apoya la cabeza en su mano derecha.  En esos momentos, además de convencerse a sí mismo por enésima vez de que Tolstoi es el más grande escritor de todos los tiempos, dice a su compañera:

«Claro que es una sociedad enferma. Los libros de autoayuda son los más vendidos; las adaptaciones bachilleriles de filosofía oriental y psicología conductista y cognitiva también se mueven bien en los circuitos; el yoga, el reiki, la new age. Todo el mundo piensa que está mal, por lo que todo el mundo necesita ayuda. Pero lo cierto es que al final todo forma parte del mercado de consumo.

Desde hace un tiempo, aproximádamente unos cuarenta años, está muy de moda en occidente buscar respuestas en oriente. Es lo que toca. En el siglo I la moda era el judaismo. Siempre se sigue la misma tendencia. Y empapémonos todos de filosofías baratas que hacen a los tontos creer que sanan sus absurdos y pueriles males; y convenzámonos todos de demagogias dummies (esto es dar una solución simple a problemas muy complejos). Porque es filosofía twiter; algo rápido, un concepto, una imagen, dinámico, conciso, tan reduccionista que lo que se reduce al fin y al cabo es el propio entendimiento, la propia capacidad intelectual y reflexiva. Una imagen seguida de otra; una breve frase ingeniosa, un número visual. Y algo exótico. Que parezca súmamente original, como si todo no hubiera pasado ya; como si todo no hubiera sido pensado y escrito ya. En los tontos tenemos un gran negocio. La industria cosmética y la armamentística son las que generan más beneficios. Estar guapos y matarnos, morir bien guapos, embellecer muriéndonos. Añadir años a la vida en lugar de vida a los años.

«Buscad el reino; lo demás os será dado por añadidura», dijo Jesús. Eso es.

Y ahora vienen a contarnos que El camino es la meta y la meta es el camino como si fuera una verdad recién concebida que claman los voluntariamente idiotas. ¡Y es que el alma no existe! Estamos aquí precisamente para construírnosla. De lo contrario…¿para qué…?

«Buscad la sabiduría, aunque para encontrarla tengáis que viajar lejos, pues más sagrada es ante los ojos de Al lah la tinta del estudiante que la sangre del mártir» dice El Profeta en sus Proverbios. Que nadie, que ningún despreciable humano ensucie estas palabras.»

Su compañera, con el I Ching colocado entre dos de los cojines del sofá y «La voz a tí debida» en las manos se acercó a él, lo miró con cariño y le recitó los versos:

En lo que no ha de pasar
me quedo, en el puro acto
de tu deseo, queriéndote.
Y no quiero ya otra cosa
más que verte a ti querer.

A Nuria.

 

A Siria

Parece que fue ayer pero ya va para cinco años que estábamos planeando un viaje y tuvimos claro el destino. Había pasado mucho tiempo y aquella pequeña obsesión por contemplar nuestro mar desde el lado opuesto por fin podría hacerse realidad.  Andaba embelesado con Siria, esa especie de tierra singular en el histórico marco musulmán que ya desde la antigüedad contemplaba vigilaete y con estupefacción lo que ocurría al sur y sobre todo al oeste marino que la conectaba con el mundo más maravilloso y apasionante que ha dado la Historia: el mundo griego.

Yo si algo me siento es profundamente mediterráneo. (Ver entrada en mi blog https://nibaterianicobertura.wordpress.com/2012/12/20/desde-algeciras-a-estambul/). Quería recorrer los caminos desde Hasaka hasta Alepo, desde Hama a Damasco y de Daraa a Sueida. Puede que por esto me doliera tanto tanto tener que cancelar ese viaje pospuesto indefinidamente a causa de un hecho que no hace sino confirmar una vez más la famosa sentencia que afirma que el ser humano es la mayor tragedia sucedida en el Universo. Meses antes de partir la supuesta primavera árabe hacía su entrada en Siria, país que se había resistido un tiempo mientras veía «florecer» a Túnez, Egipto, Libia, Yemen y se sembraban cambios en Jordania, Bahrein, Argelia, Marruecos, Irán, Omán e incluso Arabia Saudí.

Al final todo es basura; una cruel y terrible guerra subsidiaria, de eso ya casi nadie duda, como lo fue la propia guerra civil española, la corena o la vietnamita. Ha sido y sigue siendo asqueroso ver cómo Hezbollah y Hamas apoyan al régimen de Bashar Al Asad y asesinan indiscriminadamente a civiles. Ha sido y sigue siendo asqueroso ver a Rusia y a Irán suministrando armas químicas al Gobierno que las utiliza contra la población civil. Ha sido y sigue siendo asqueroso ver a Estados Unidos (embargando a Siria y bloqueándola comercialmente), Arabia Saudí y Qatar apoyar a la oposición sin jugarse mucho el tipo y más terriblemente dramático es ver a los kurdos luchando contra ambos bandos. Ha sido y sigue siendo asqueroso ver que la matanza de Hama (alrededor de 20000 personas masacradas hace más de 30 años) aún no ha sido juzgada. Y ha sido y sigue siendo asqueroso ver que los herederos de los Hermanos Musulmanes, el ISIS o el Califato, o como quiera llamarse gana cada vez más adeptos y territorio en una tierra sacra.

Hay dos guerras cursándose en el mismo país. La de una población oprimida y frustrada por el paro y la carestía y la guerra colonial de interés geopolítico internacional. La población es tan diversa étnica y confesionalmente que los frentes se encuentran tan fragmentados como muertos los sueños de sus hijos. (ver entrada en mi blog https://nibaterianicobertura.wordpress.com/2014/05/13/las-lagrimas-de-damasco-hiperborea-meridional/)

Lo más triste es ver el nuevo show televisivo de los refugiados. Como si no fuera la historia más vieja del mundo….como si no fuéramos el mayor fracaso de la Historia. La mayor tragedia ocurrida en el Universo.

WATERLOO SUNSET

“Mi alma era demasiado activa para dejarme aficionar a los pasatiempos ordinarios. Sin negarme del todo, necesitaba, para interesarme, otros objetos. Este gusto me dejaba en una soledad continua, ocupado únicamente en mis pensamientos: manera de existir que he conservado después en todas las situaciones de mi vida.”  Napoleón Bonaparte. Manuscrito de Memorias de la isla de Santa Elena.

Tiene la puesta de sol en Waterloo un olor a nostalgia y a decepción, a candelabro apagado y a rancio empeño. Resulta una sensación contradictoria la de pasear por los campos cercanos donde el hombre más importante de los últimos trescientos años hubo de claudicar su idea de renovación, de luces, de futuro y grandeza.

Porque siempre que se habla de Napoleón se saca a relucir obviamente su categoría militar formando podium histórico junto a César y Alejandro, su megalomanía y ansia de poder, su liderazgo y su carácter, pero son pocas las que se habla de su humanismo, su filosofía, su concepción del mundo, su pasión por las matemáticas y sus referentes histórico-filosóficos.

Después de innumerables coaliciones entre los países monárquicos y defensores del Antiguo Régimen contra la Francia Napoleónica y de que el corso haya ido venciéndolas una tras otra, tendría lugar a apenas treinta kilómetros de Bruselas la batalla que pondría fin al sueño y al primer ciclo revolucionario decimonónico, base de nuestra sociedad actual.

La Historia en manos temblorosas.

El 16 de junio de 1815 la Gran Armée vence a las fuerzas prusianas en Ligny pero no las aniquila. No hay tiempo que perder; la presión es máxima y es necesario poner rumbo urgente hacia Waterloo, donde el ejército inglés se atrinchera liderado por “un segunda fila” llamado Wellington.

Napoleón envía un tercio de su ejército a perseguir a los prusianos para asegurar su aniquilación, mientras los dos tercios restantes se emplazan en Waterloo donde una lluvia incesante amenaza que se lleve a cabo la propia batalla.

Para perseguir a los prusianos Napoleón ordena el mando al mariscal Grouchy, un hombre fiel al emperador y muy experimentado pero absolutamente exento de liderazgo, épica y mito que engrandezca su figura.

La orden es clara: perseguir a los prusianos evitando a toda costa que se unan a los ingleses. En todo momento su destacamento debe permanecer en contacto con el grueso del ejército.

Grouchy jamás encontraría al ejército prusiano, que lo burló y se unió a los ingleses. Ante la insistencia de sus generales de cesar la búsqueda y reunirse con Napoleón ante la inminente batalla, Grouchy, que jamás había tomado una decisión de forma independiente rehusó nervioso esta idea ciñéndose a la orden encomendada.

Las fuerzas francesas, muy mermadas y exentas de los grandes mariscales napoleónicos gloriosos lucharon hasta la extenuación contra los ingleses con ataques frontales de infantería, caballería y artillería. A punto de sucumbir el ejército inglés se vislumbra en la lejanía del bosque una mancha oscura que se acerca: el ejército prusiano en ayuda de Wellington. Grouchy llegaría a Waterloo un día después, cuando ya no había nada por lo que luchar.

La Historia Militar coincide en que la batalla de Waterloo fue de todo menos grandiosa; más parecida a una escaramuza masiva en un ambiente de lluvia, humedad, frío y barro. Miles de hombres muertos entre fango y heces de caballo tras casi dos dias sin dormir. Sin embargo, teniendo en cuenta que desde entonces la publicad y la propaganda de occidente la comanda el mundo anglosajón, se ha creado en la conciencia colectiva una verdad asumida y asimilada de que Waterloo es el fin del “ogro francés” (como lo describiera el mismo Tolstoi en su monumental Guerra y Paz), la gran victoria del hasta entonces don nadie Wellington contra Napoleón Bonaparte, algo profundamente erróneo ya que fueron los ejércitos prusianos los que determinaron la batalla. Bastante fetichismo británico que duró hasta la primera guerra mundial tras la cual no vendía muy bien contar que gracias a la ayuda de prusianos (alemanes) y de otros muchos lograron vencer a Francia

Grouchy era un personaje mediocre que tuvo la llave de la Historia en sus manos un segundo. Escribe con su maestría habitual Stefan Zweig: “En contadísimas ocasiones a lo largo de todos los tiempos el destino, llevado por un peregrino humor se echa a los pies de algún indolente. A veces el hilo de la fatalidad cae durante una fracción de segundo en unas manos por completo incompetentes. Ante el embate de la responsabilidad que les introduce de lleno en el heroico juego de fuerzas cósmicas, tales hombres, más que afortunados, se sienten estremecidos y casi siempre dejan que el destino que se les ha caído encima se les escape entre las manos temblorosas”

(Y a mí que me da por pensar en lo terríblemente aplicables que son estas palabras a los tiempos actuales…)

 Con Waterloo se cierra el ciclo napoleónico en Europa dando pie a una proceso de restauración de estructuras tradicionales, mas la semilla de la Revolución Francesa y de Bonaparte no habría hecho más que empezar a florecer. Desde entonces la rueda del destino tomó la dirección que desde la Bastilla hasta Santa Elena habría de fijarse inexorablemente: la modernidad.

Y como la grandeza no tiende de géneros ni artes, qué mejor forma de terminar este post con esta canción. Estoy seguro de que a Napoleón tambien le hubiera gustado la música de The Kinks. Entre grandes se entienden.

Pasión Pagana

A menudo me han preguntado cómo es posible tener tal querencia por tradiciones culturales tan propiamente eclesiásticas y sin embargo no compartir ni comulgar ninguna de ellas. Recién pasada la Semana Santa y comenzada la Pascua, escribo la única explicación que yo mismo puedo aceptarme:

Recuerdo que atardecía y Jerusalén tintaba lo últimos rayos de sol. No fue en la puerta de Sión, tampoco en la de las flores; fue bajo el umbral de la puerta Dorada donde comenzamos el verdadero camino. Reza la tradición: «Los justos entrarán en Jerusalén por esta puerta el día del Juicio Final» y nosotros anduvimos hasta llegar a la puerta de Betania, aquella que nos marca el camino a Getsemaní. Y desde allí bordeamos de nuevo la ciudad hacia el extremo opuesto para subir el monte Gólgota para poder repensarlo todo, volver a Hispania y poder disfrutar de nuestra semana de pasión con ojos y corazón paganos.

Crónica del Domingo de Ramos:

La alegría irradia por cada rincón del día más soleado de la semana santa. Las palmas en los balcones, las sonrisas de los niños y un desfile lleno de color rememoran la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Yeshua ben Yosef (Jesús hijo de José), un predicador más de los que llenaban las tierras de Israel aquel siglo I había centrado la difusión de su verbo en una voluntariosa reforma del judaísmo fundamentalmente por las áreas rurales de Galilea. Tal fue el auge de seguidores que días antes de la gran fiesta de la pascua judía dió el salto a Judea y más concretamente a la capital para poder predicar en el mismo templo de Salomón. Se conmemora una entrada triunfal que posiblemente no fue tanta, ya que en Jerusalén no tenía demasiados seguidores.

No es posible explicar a Jesús sin conocer su contexto: Décadas antes del advenimiento de Jesús, el reino de Israel ya es una mera provincia del Imperio Romano. A los césares les conviene tener una provincia a modo de «Estado tapón» que le asegure sus fronteras de los peligros de los árabes nabateos con su capital en Petra y del siempre agresivo Imperio Parto. Esta situación de hace más de dos mil años parece no haber cambiado demasiado…

A la muerte del último gran rey de Israel, Herodes el Grande, el reino queda dividido en tetrarquías. Entre otras, Galilea es gobernada por Antipas, hijo de Herodes el Grande,  mientras Judea será gobernada directamente por un legado romano. En el momento de la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de un asno, Poncio Pilato es el gobernador de Judea.

Es difícil explicar lo que que siente en la calle un domingo de ramos si no se ha vivido desde la infancia semejante fiesta y participado en ella. Es júbilo, puro gozo extático. Las personas beben, visten como si fuera el día del juicio, ríen y se abrazan, las trabajaderas parecen no hacer mella en los costaleros porque a su ritmo el desfile de nazarenos ilumina las calles y la borriquita avanza hacia la conquista el reino de Dios. Es una día festivo y como dice la canción «todo es de color».

Crónica de los atardeceres:

Los hebreos eran vistos por los romanos como un pueblo de orates, mojigatos, de mentes obtusas y ridículamente engreídos, ya que se consideraban por encima de los demás pueblos. Eran el pueblo elegido, el pueblo de Dios. Para un romano panteísta, heredero de Epicuro estas eran características de muy difícil comprensión, pero aún así las toleraban. Los judíos por su parte asumían el pago del tributo a Roma si bien el flujo y el caudal de oradores mitad santurrones que predicaban el fin de los tiempos al tiempo que invitaban a una rebelión colectiva contra el extranjero opresor romano comenzaba a cansar al legado imperial.

Los campos y resto de zonas rurales de Galilea estaban compuestos por masas de población muy retrasadas si los comparamos con las áreas urbanas y más si cabe con la capital de Judea. Es precisamente en esas zonas donde Jesús logra más adeptos a su prédica. Aunque de clara formación y vocación judía, la obra que siglos antes ha llevado a cabo el macedonio Alejandro Magno, ha permitido impregnar de ideas y filosofía griega desde el Nilo hasta el Ganges. De hecho tanto Herodes el Grande como su hijo Herodes Antipas, pese a ser judíos, son educados como griegos y piensan como tales. Conforme Jesús va teniendo más adeptos va teniendo también más enemigos: los saduceos, clase alta judía que ven peligrar sus beneficios con el negocio de templo, y los fariseos que no quieren ni baños de sangre como los que ya ha habido varios por parte de los romanos que quieren una provincia en paz.

Jesús entiende que se ha prostituido el Templo de Salomón y en un ataque de furia ataca a los mercaderes del templo, cambistas, herreros, etc. «Todos vivimos del templo. Esto no se puede consentir» diría Caifás, sumo sacerdote del sanedrín. Esta renovación del judaísmo rabínico que pretendía Jesús choca frontalmente con las creencias judaicas más clásicas y lo hacen tanto dogmáticamente como política y económicamente. (Antipas no quiere ningún altercado en su provincia ya que anhela que algún día el César le otorgue el trono de su padre).

Las procesiones de la tarde del domingo de ramos ya vienen acompañadas de un halo de tristeza, de incertidumbre, de incienso y de cirios morados a medio encender que ya no ilumina. Normalmente la escultura de Jesús se nos presenta arrodillada, consciente de que algo terrible va a suceder. Las esquinas se confunden con rincones de hermandad. Qué lejos queda aquel sermón de la montaña cerca de Cafarnaún en el que las Bienaventuranzas que proclamara el galileo lo acercaran tanto a las cuatro verdades nobles del Budha Sakyamuni.

Y al anocher, mientras los seguidores del galileo dormitan bajo los olivos Judas de Kariot, desencantado con las ideas del maestro se deja seducir por las monedas del Sanedrín para ayudar a capturar a Jesús, que preso y cautivo es dirigido a confesar su impostura. Su «al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios» será interpretado como una incitación a la rebelión contra Roma.

En casi todos los lugares la conmemoración del apresamiento de Jesús supone la procesión de la escultura del galileo en soledad con las manos atadas a la espalda. Realmente suele ser un desfile de tintes fúnebres, dramático. El silencio, el olor de las calles, la seridad y la penumbra inundan toda la puesta en escena de una teatralidad impresionante.

El maestro, erudito, escritor y poeta Robert Graves defiende que Judas era el más fiel seguidor y colaborador de Jesús y que se limita a cumplir las órdenes de su maestro entregándolo a las autoridades. En ningún caso es un traidor ya que Jesús pretende morir en la cruz purificado. Esto enlaza con la extinción de toda impureza que tenía la muerte por crucifixión en los pueblos presemitas. Es realmente un tema que pertenece más a la antropología que puramente a la historia científica.

Tres son los personajes fundamentales que son encargados de juzgar y condenar a Jesús de Nazaret:

– Caifás, sumo sacerdote que condena implícitamente al nazareno por subversión religiosa.

– Antipas, que ante la autoproclamación de Jesús como «rey de los judíos» ve peligrar su antiguo deseo de ser rey de Israel y tacha al galileo de loco, chiflado e insignificante.

– Poncio Pilatos, que como gobernador romano de Judea es el único que tiene potestad para condenar a muerte al galileo y que acaba haciéndolo ante la insistencia tanto del Sanedrín como de la corte de Antipas.

Para los tres es un asunto mundano, rutinatario y nada especial. Un loco judío más de los que abundan por esos tiempos.

Caifás es apartado de su cargo poco después de la crucifixión de Jesús y muere de una terrible enfermedad; Antipas no solo no sería jamás rey de Israel sino que el emperador Calígula lo desterrará a Viena donde morirá asesinado; Pilatos por su parte vería como desde Roma se pone fin a su carrera política y terminará suicidándose en Helvetia, actual Suiza.

Crónica de las Esperanzas

Llegados a este punto veo que no consigo ni de lejos mi objetivo, que es hacerme explicar a mí mismo como es posible querer, respetar y admirar una manifestación religiosa cuya esencia no comparto. Si lo pienso en profundidad, es tal el arraigo que en mí tiene esta fiesta, celebración y conmemoración, es tal la belleza estética que sobre mi pueblo y mi ciudad derrama; es tan espectacular la puesta en escena y la representación que unos ojos paganos como los míos no pueden más que admirar y respetar. Obviamente todo asentado en el poso cultural de la infancia y afortunadamente del paganismo que lleva dentro de sí la tradición católica; tal vez sea esto lo mejor que tiene respecto a la protestante.

Las esculturas idealizadas de Jesús darían para otro estudio, como el de Jacques Le Goff sobre cómo hemos hecho evolucionar la imagen de Jesús a lo largo de estos dos mil años. Desde el Jesús amigo, al Jesús ya mesías, al Jesús juez y vigilante, al Jesús omnipotente, al Jesús misericordioso, al Jesús que muere por la humanidad, etc.

Mis ojos paganos no comparten la idea de que Jesús sea hijo de Dios. Para mí es un proceso posterior en la línea del contexto romano, es decir, a los césares también se les deificaba y eran hijos de Júpiter. La figura de Jesús debió «sufrir» una evolución similar con posterioridad a su muerte. Del mismo modo son sus seguidores los que lo nombran Mesías en alusión a las profecías de Elías y Zacarías. No tenemos evidencias que indiquen la autoproclamación de Jesús como Mesías liberador del pueblo elegido contra la opresión romana. Por tanto Jesús muere mucho antes de ser convertido en «el Cristo» (el ungido) y toda la profesión de dogma y fe es producto de siglos y siglos de cristología.

Para mí Jesús es un reformador del judaísmo. Es un predicador más de los que llenan el extremo oriental del Imperio Romano que muere condenado. La religión cristiana nace después de su muerte y probablemente a pesar de él.

Si analizamos fríamente los contextos históricos, las sociedades y los vestigios lo que predica Mahoma seis siglos después en Arabia es prácticamente lo mismo que lo predicado por Jesús. ¿Qué fue antes, la religión o la cultura? La religión es un producto cultural pero bien es cierto que en gran medida toda la cultura occidental está asentada sobre pilares religiosos.

Entre el jueves y el viernes santo María, la madre de Jesús rivaliza con su hijo en devoción y sufrimiento. Tanto es así que como dicen muchos eruditos más le valdría a esta religión llamarse «religión mariana» en lugar de «religión cristiana» dado el número de templos dedicados a la madre y al hijo respectivamente.

María pasa prácticamente de soslayo en los Evangelios y es ya a mediados del siglo III d.C. cuando para rivalizar con las deidades orientales como Astarté y Aditi se convierte a María en diosa madre y virgen. Respecto a su virginidad vuelvo de nuevo al maestro Robert Graves que abre la hipótesis de que María la Tejedora perteneciera al templo de las vírgenes de Herodes el Grande y se enamorara de Antípatro, hijo predilecto del monarca. Esta sería la razón por la que Jesús pertenecería a la casa de David.

La noche de las Esperanzas es embriagadora por la entrega, la devoción, la lúgubre y tétrica envoltura que acoje a la madre horas antes de recibir el cuerpo de su hijo en sus brazos en la que popularmente se conoce como la quinta angustia de María. Realmente se confunde en la mayoría de representaciones la quinta con la sexta angustia. La quinta angustia de María es la madre al pie del madero llorando por su hijo y la sexta es el descendimiento del cuerpo de Jesús a los brazos de María, imagen que conocemos como Piedad.

Crónica del Dominus Dei

El dominus dei, domingo, día del señor, se conmemora la resurreción de la carne, el día justo después del sabat judío en el que Jesús resucita para posteriormente ascender a los cielos a la derecha del padre. Normalmente es un día de cierre de ceremonia, es un dia menor si bien no menos importante.

Como conclusión, creo que la semana santa como manifestación o tradición cultural de un pueblo es una fiesta única y de una belleza sin parangón independientemente de la fe que se profese. Aunque el proceso de laicización es inevitable la belleza debe ser perdurable y eterna.

Las lágrimas de Damasco (Hiperbórea Meridional)

«No hay en este mundo un medio de purificación semejante al conocimiento» – Bhagavad Gita. 4º discurso. Estrofas 38-39.

William había decidido montar a horcajadas sobre aquel banco azul anexo a la secretaría de su facultad mientras daba las últimas pinceladas a su tesis antidarwiniana sobre los orígenes de la degradación humana. En contra de los postulados del naturalista inglés, William sostenía que el origen del hombre estaba en el Polo Norte. La evolución no se habría producido de los seres inferiores hacia el hombre, sino de los habitantes del Polo, más bellos, más inteligentes y más longevos, hacia los seres inferiores que somos todos los humanos actuales. Más que de evolución por tanto habría que hablar de involución. Esto habría tenido lugar tras el diluvio y después de las glaciaciones, período durante el cual los hombres habrían emigrado a la estepa del Asia central. William Fairfeld Warren fue el primer rector de la universidad de Boston y defendió estas ideas en su obra «Paraíso Encontrado», 1885.

«Hiperbóreos somos» – Nietzsche.

Bóreas era el viento del norte y existía un pueblo más allá de él al que los griegos llamaban «los hiperbóreos». Eran un pueblo mítico y perfecto sobre el que el sol brillaba seis meses al año. Fundamentalmente nace del imaginario griego y su propia abnegación a que no haya un objetivo o modelo superior al que aspirar, un lugar sagrado que constituyera  una ruptura con la homogeneidad.  Ese espacio eterno en el que «ahora» y «nunca» son sinónimos podría ser físico, espitirual o imaginario, pero debe SER siempre. Esto para William sería la clave de la involución: antes Hiperbórea fue, ahora hay que crearla.

El problema radica en la creación o consistencia de cada Hiperbórea individual. En la mayoría de personas de nuestro tiempo el espejismo del pasado suele jugar malas pasadas. Se confunde costumbrismo y acomodo con perfección y no se valora sufientemente el valor de la ruptura con una dinámica previa. Podríase dar una nueva vuelta de tuerca con el concepto de perfección que tiene cada persona, si bien para mí al menos el solo pensar en su existencia delata a ciencia cierta que la persona en cuestión tendría poco de hiperbóreo.

«La Yihad más importante es la que se combate contra uno mismo» – Mahoma.

La ruptura es la abertura, merced a la cual se posibilita el tránsito de una región cósmica a otra. En todas las vidas y culturas el hombre no se considera realmente hombre sino en la medida en que imita a los dioses, a los héroes. Este hombre ha de hacerse a sí mismo. La trazabilidad que va dibujando su tránsito vital iría en ascenso aunque su experiencia profana fuera inversamente proporcional a su platónico crecimiento.

El dios sirio Hadad vió como Damasco se mostraba inerte al ver que los los romanos construían sobre los cimientos de su templo uno nuevo en honor a Júpiter.  Pasaron los años y los siglos y Júpiter cedió a los bizantinos cristianos su templo para que se erigiera otro dedicado a Juan el Bautista. Y mientras conservaba la cabeza de este último los Omeyas pensaron que la sacra sacralidad habría que perpetuar, de modo que sobre ese templo se erigió la gran mezquita omeya, una de las más grandes y antíguas del mundo. Alá quiso conservar la cabeza del Bautista ya que tanto para el cristianismo como para el islam Juan era uno de los profetas. Pero la dama damascena siguió llorando durante siglos en espera aún hoy día de que fuera Irene, la diosa de la paz, la que despertara y despierte del sueño y haga ver a todos el paraíso que siempre fue, la ciudad del jazmín mojada por Barada.

Las lágrimas de Damasco son las que todos hemos llorado en los vértices de nuestro tiempo, en las esquinas que rompen las rectas de la vida ilusoria.

 

Damasco

La gran mezquita omeya. Damasco

 

 

El boxeador

Hay canciones que verdaderamente alcanzan una dimensión poética ya sea por su capacidad musical, su riqueza en los textos o simplemente porque precisamente existe ese sagrado género llamado canción que es el único capaz de crear una conjunción perfecta entre armonía, melodía, literatura y pensamiento.

En ocasiones el ser humano ha sido capaz de comprimir en tal solo unos minutos millones de instantes, de sensaciones y de reflexiones. Es el caso de «El boxeador», una maravilla que Paul Simon escribió en 1968 y que serviría de adelanto para cruzar su puente sobre aguas turbulentas. ¿Quién no se ha sentido alguna vez este luchador, que a pesar de todo sigue, sigue y sigue adelante?

Simon and Garfunkel: The Boxer.

Solo soy un pobre chico.

Aunque casi nunca se cuenta mi historia, he malgastado mi resistencia por un puñado de murmullos que son las promesas.

Todo mentiras y bromas. Aún así un hombre oye lo que quiere oir e ignora el resto.

Cuando me fui de casa y dejé a mi familia no era más que un niño en compañía de extraños en el silencio de una estación de ferrocarril;

huyendo asustado, sin llamar la atención buscando los barrios más pobres donde van los harapientos;

buscando los lugares que solo ellos conocían…

Pidiendo solo el sueldo mínimo voy buscando un trabajo pero no recibo ofertas.

Tan solo un par de insinuaciones de las putas de la séptima avenida.

Confieso que hubo momentos en los que me sentía tan solo que busqué consuelo ahí…

Ahora los años ruedan por mí sacudiéndome  por igual.

Yo soy mucho más viejo de lo que una vez fuí y más joven de lo que seré…

pero eso no es extraño.

No, no es raro que después de los cambios en los cambios

seamos más o menos los mismos. Después de los cambios  que vivimos,

somos más o menos los mismos.

Estoy organizado mi ropa de invierno deseando estar de camino a casa,

donde los inviernos no me hagan sangrar. Sí..de camino a casa.

En el claro permanece de pie un boxeador. Un luchador profesional

que lleva los recuerdos de cada guante que lo tumbó o lo cortó hasta gritar

en su ira y en su venganza: «me voy, me voy».

Pero el luchador permanece…aún permanece.

 

El salvador de las madres

«No puedo permanecer en la situación actual, donde todo es oscuro, donde lo único categórico es el número de muertos». Carta de Ignacio Semmelweis a un amigo.

Una de las grandes historias con las que he tenido la suerte de toparme y que escribo a modo de esquema. El detective que dedica su vida a la búsqueda del asesino pero que termina descubriendo que el asesino es él mismo.

Queda poco magiar en el Budapest de estos primeros años decimonónicos en los que el germen de la libertad revolucionaria se resisitía a morir a pesar de los intentos de reaccionarios, tradicionalistas y defensores acérrimos de las monarquías más rancias y obsoletas. Por mucho que se pretendiera desde los poderes establecidos, la nueva era postnapoleónica se afianzaba en una  Europa calada hasta los huesos de ideas liberales sin las cuales no podrían comprenderse los tiempos venideros.

Ignacio nació en Budapest en 1818. Concretamente en Buda, que es como llamaban los húngaros a la orilla derecha del Danubio. A Ignacio le gustaba creer que el nombre de Buda guardaba relación con el hermano de Atila el huno, aquel guerrero que hiciera temblar a la mismísima Roma durante su época de prolongada decadencia. Sin embargo ya por aquel entonces los húngaros son vistos por los austríacos, con lo que guardan una relación más que estrecha, como ciudadanos de segunda. Ignacio curiosamente nace en un barrio repleto de población de origen alemán, de modo que habla el magiar y el alemán. De buena educación marchará a Viena a estudiar medicina tan pronto como quede desencantado de la carrera de Derecho.

Realmente Ignacio vive obsesionado con la cirugía y con el origen de la infección cirúrgica. La hemorragia, la infección y el dolor copan toda su atención.

Una vez en Viena tiene acceso a fuentes documentales hospitalarias que revelan que prácticamente una de cada tres mujeres parturientas perdía la vida aquel año de 1837. Uno de sus profesores y mentores afirma categóricamente durante una inspección que la mortalidad entre mujeres al dar a luz es de un 96%.

Ignacio logra finalmente acceder al Hospital de Maternidad de Viena. Han pasado años de estudio, de salvar vidas, de asir la vida batiendo a la naturaleza, pero a pesar de todo Ignacio se pregunta atormentado cómo es posible que la máxima expresión de la salubridad en un ser humano que es precisamente la concepción y el nacimiento de otro ser humano pueda ser motivo de tan alto porcentaje de mortalidad. La medicina norteamericana está en boga pero las escuelas clásicas europeas se niegan a conceder a aquellos nuevos métodos excesiva credebilidad.

En el hospital donde trabaja Ignacio, tanto él y sus compañeros trabajan en dos salas. En una practican medicina forense y en otra medicina maternal. Las fiebres puerperales son el mayor enemigo de las matronas y de los cirujanos; merman todos los esfuerzos inútiles de la ciencia. Durante una de esas interminables tardes de investigación después de miles de horas dedicadas a la búsqueda y hallazgo de una solución, Ignacio realiza la arriesgada prueba de llevar materia infecciosa de la sala de medicina forense a la sala de maternidad. Al contemplar que una de la mujeres languidece consumida por la fiebre, obliga a instalar un lavabo a la entrada de la sala de partos exigiendo a todo médico lavarse las manos con sal clourodada antes de entrar en quirófano. El resultado: la mortalidad desciende hasta el 12%.

El detective había hallado al asesino y resultaba ser él mismo. Los médicos realizaban investigaciones sobre cadáveres en la sala adjunta y sin ningún tipo de higiene asistían al mismo tiempo en maternidad transmitiendo infecciones durante el parto. Las manos son los vectores de transmisión del asesino. La mortalidad en maternidad caerá sucesivamente hasta el 0,23%.

Como desgraciadamente suele pasar en la historia de la ciencia, la comunidad científica da la espalda al descubrimiento de Ignacio y sus subversivos métodos hacen que sea expulsado del hospital en 1849. Un húngaro no puede decirle cómo se opera a un austríaco. Vuelve a Budapest y vive en la miseria mientras escribe en secreto un libro que titulará «De la Etiología: el concepto y la profilaxis de la fiebre puerperal».

Gracias a un amigo consigue recuperarse económicamente y años después, ya en 1854 consigue ser profesor de Maternidad en Pest haciendo desaparecer por completo la fiebre puerperal en las parturientas de su hospital.

Los años de investigación y la inversión intelectual hecha en gran parte a costa de los reveses sufridos en su vida personal hace que poco después su salud mengüe y comience a sufrir alucinaciones que irá alternando con períodos de lucidez. El rechazo de la comunidad científica internacional continúa a pesar de los resultados de su método. Todo esto hace que en el año 1865, con apenas 47 años y delante de sus alumnos, Ignacio abra un cadaver para hacer una inspección forense y utilice el mismo bisturí para provocarse una herida profunda. Tras tres semanas de fiebre, él mismo muere a casa de las fiebres. Años después Louis Pasteur confirmaría a Ignacio Felipe Semmelweis como una figura fundamental en su teoría microbiana.

Hoy, en el hospicio general de Viena del que fue expulsado se alza un pedestal con una efigie en el que puede leerse: Ignac Fulop Semmelweis. El salvador de las madres.

Ignaz Semmelweis

Ignaz Semmelweis

Delirios metafísicos

«Los dioses no estaban ya y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo«.

-…. como ahora mismo. ¿Entre qué dos hitos nos encontramos en estos momentos y simulan vivir nuestras vidas? ¿Qué guía seguimos? ¿Para qué hacemos las cosas que vivimos?

– No se vive nada. La vida es un segundo entre dos nadas.

– Es posible, pero varias vidas encadenadas deben llevar a algún fin.

No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.  Esa cita es todo lo que puedo decirte. Lamento tener que recurrir a otros para intentar explicarte lo que siento, pero es que yo no tengo tanto talento. Se trata de, en la medida de lo posible, construirse un alma. Nadie lo hará por tí ni tú lo harás por nadie. El resto de cosas es puro artificio; no te suponen ninguna experiencia ni crecimiento. Pero esto no importa. De hecho ni siquiera todas las personas sienten esta necesidad. Hay muchas formas de vivir o de creer vivir.

– Es un abismo de incertidumbre todo eso que dices: poder hallar la inmensidad por una parte pero a la vez dentro de algo tan efímero.

– Haz entonces lo que creas que debes y te hace ser, pero recuerda siempre que por mucho que andes y aunque paso a paso recorras todos los caminos, no hallarás nunca los límites del alma.

– …¿quieres decir que haga lo que haga la felicidad siempre será arcana para mí?

– ¿Es que acaso pretendes ser feliz? ¿Cómo has podido caer tan bajo?

– Bueno…la sabiduría no es comunicable. El saber sí, pero la sabiduría no; así que trataré de buscar menos y ya veremos lo que encuentro.

Según la Odisea, Sísifo, condenado por los dioses a la ceguera, recibió el castigo de empujar una gran roca hasta la cima de la montaña, pero cada vez que llegaba a la misma la roca volvía a caer y debía volver a empezar.

Prometeo, el hijo de Asia inmortal, también sufrió la ira de Zeus siendo encadenado en el Cáucaso y un águila le devoraba el hígado cada día. Como Prometeo era inmortal el hígado le crecía cada noche y el águila volvía a devorarlo una y otra vez.

SISIFO. TIZIANO

SISIFO. TIZIANO

EL TORMENTO DE PROMETEO. RUBENS.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ojalá estuvieras aquí

«Alcanzaste el secreto demasiado pronto. Lloraste por la luna» –  Shine on you crazy diamond.

Desde la época de estudio en aquel conservador y tradicional instituto de Cambridge, tanto Roger como Syd sabían que iniciarían sus estudios de Arte y Arquitectura en Londres.  La capital británica era una ciudad inmersa en un proceso de vertiginiosa mutación por aquellos años. Aunque estaban muy ilusionados con lo que el futuro podía ofrecerles también es cierto que era una época muy convulsa y llena de vías alternativas. Eran postadolescentes repletos de ilusión en un momento en el que la innovación y  la creatividad artística parecían brotar y fluir con la misma facilidad con la que unos dedos neófitos colocaban su primer acorde en el mastil de una guitarra.

Se aburrieron pronto de la Universidad al tiempo que junto a otros dos amigos, Rick y Nick, comenzaron a tocar y ensayar como locos en lo que eran creaciones híbridas entre tradicionales canciones pop, obras de sonoridades complejas y estructuras clásicas de blues. Durante aquellos años era Syd el que marcaba la pauta, era el líder carismático, guapo, creador y excéntrico.  Tocaban por locales y garitos de segunda dentro del ámbito que posteriormente denominaríamos undergound.

Fichados por una multinacional consiguieron grabar un disco que titularon con el pretencioso nombre de:  «El flautista a las puertas del amanecer». Syd firmaba todas las canciones, las cantaba y las protagonizaba escénicamente. Tanto Roger, Nick y Rick estaban encantados en sus papeles de gregarios musicales. Pero eran años en los que las experiencias lisérgicas podían tanto abrir puertas desconocidas o resucitar fantasmas de vidas anteriores. El ansia por conocer lo desconocido se esclavizó al sueño de la razón que produciría los monstruos de Syd, que poco a poco vio como sus compañeros empezaron a ver en él a un ser extraño y lo que antes era un bohemio excéntrico fue adoptando formas propias de locura esquizoide. Syd se caía al suelo durante las actuaciones, olvidaba los acordes, no acudía a los ensayos y sus supuestas nuevas creaciones eran tan absurdas como cuatro niños gritando por un altavoz.

La situación se había vuelto insufrible e insoportable cuando Roger decidió contactar con su antíguo amigo David, gran guitarrista que a la postre había enseñado a tocar a Syd. Roger propuso a David sustituir a Syd durante las actuaciones en directo. Syd acudiría a los bolos para hacer la estatua y David tocaría las partes de guitarra que Syd no podía tocar. Así cerraron el trato y se mantuvieron durante una época en que la locura de Syd fue en aumento y su aportación a la banda no solo era nula sino destructiva. Roger y David, cada vez más cómplices, se entristecían cada vez que debían compartir escena con un Syd que a sus apenas veintidos años se había convertido en un ser completamente ajeno al brillante compañero y poeta del rock que había sido en sus primeros años. Era ahora una mente desquiciada y demente que escribía en su propia ropa,  cuyas manos temblaban al acercarse a alguien desconocido y con la mirada y la mente atrapadas en sus propios sueños psicotrópicos.

Aquella noche de 1968 la furgoneta que llevaba a Roger, David, Nick y Rick hacia la sala de conciertos en la que debían actuar tenía que pasar de camino por la casa de Syd para recogerlo. Justo antes de entrar en la carretera de Southampton, a escasos metros de la casa Roger dijo al conductor que pasara de largo y siguiera camino a la sala. Aquella noche la historia del grupo cambiaría para siempre y el fluido rosa de su obra alcanzaría cotas no imaginadas jamás ni por ellos mismos.

Pink Floyd, el fluido rosa, grabarían siete discos ascendiendo cada vez más en la escala del éxito y del reconocimiento. Su octavo disco, grabado en la cara oscura de la luna,  los llevaría al status totémico mundial que solo podían disfrutar los Beatles, Dylan y los Stones. Cuando Roger tomó las riendas del grupo y David aportó la cohesión y el sonido, el grupo se convirtió en un gigante del rock progresivo o del también llamado  «blues cósmico floydiano». Tras estos años imperiales en los que la fama y el dinero parecían cegar por completo a los componentes de la banda Roger y David se sentaron para componer nuevos temas de lo que sería su noveno álbum. No se sentían seducidos por la alta sociedad,  por los críticos aduladores ni por las fortunas que aglutinaban. Ambos pensaron en Syd; en aquel viejo pero joven camarada de viaje que se quedó varado en la carretera a causa de su locura y que ingresaría en el manicomio pocos meses después de que no lo recogieran para tocar en aquella sala de segunda. El álbum, desde la portada hasta el último crédito era para Syd. Sería un homenaje a su antíguo amigo, compañero, diamante loco y genio creador que era Syd Barret y se llamaría simplemente «Wish you were here»  (Ojalá estuvieras aquí»). Desde la portada hasta el último crédito. El álbum era para Syd.

Tras la grabación de la monumental «Shine on you crazy diamond» (Brilla, diamante loco), en la que Roger cantaba a su viejo amigo que «recuerdo cuando eras joven, brillabas como el sol», comenzaron a grabar la balada de daba nombre al disco, que cantaría David y que a su vez se convertiría en una de las más bellas canciones jamás escritas. En ese momento en el estudio, los cuatro componentes vieron entrar a una persona calva, de unos cien kilos de peso, con las cejas afeitadas y terriblemente deteriorada.  -Dios mío es Syd! – dijo Rick. Viendo que lo habían descubierto Syd salió del estudio rápidamente sin que nadie lo siguiera. Roger quedó llorando un largo rato después de haber visto por última vez a su viejo amigo, y aquella tarde con el grupo destrozado después de haber visto a Syd,  David Gilmour cantó «Wish you were here».

«Año tras año corriendo siempre el mismo viejo camino..¿ y qué hemos encontrado? Los mismos miedos de siempre. Cómo desería que estuvieras aquí. Ojalá estuvieras aquí»

Syd Barret (1946-206)

Syd Barret (1946-206)

 

Rick, Roger, Nick y David.

Rick, Roger, Nick y David: Pink Floyd

 

 

 

 

 

 

 

 

Pink Floyd. Wish you were here (1975)

 

60 años no es nada

Una conjunción no programada en el tiempo hizo que aquel nublado día comenzara a sonar Ricky Lee Jones tocando una versión del clasicazo de Donovan «Catch the wind» mientras leía cómo, tras la segunda guerra mundial en la que Alemania había quedado arrasada después de haber destruido el viejo continente, las potencias occidentales habían decidido ayudarla en su reconstrucción mediante la inyección de capital y pocos años después, en 1953, apenas ocho años transcurridos desde el fin de la guerra, le perdonaban más del 60% de la deuda que tenían los germanos con los muchos países acreedores. Después haber ocasionado dos guerras mundiales y haber sembrado el terror por occidente, todos los países con los que Alemania tenía deuda fuera por indemnizaciones de guerra o por inversión, llegaron a este acuerdo en Londres. Esta acción, esta condonación de la deuda permitiría entre otras cosas que Alemania se erigiera en gran potencia económico-industrial de Europa en la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días.

La canción seguía su curso y llegaba al verso «pero puedo también intentar atrapar el viento».

Siempre he pensado que la Historia se enseña y se explica mal porque se hace ver y entender al neófito como algo extraño, lejano, que ocurre en otra dimensión espacial además de obviamente temporal. Sus personajes nos resultan arcanos, las acciones obviedades y los muertos como daños lógicos y colaterales. Nunca se nos enseña que el personaje principal de los fusilamientos de Goya podría ser nuestro panadero de la esquina, que la libertad guiando al pueblo de Delacroix sería en realidad nuestra abuela pasionaria que trabajaba en una fábrica envasando o que los revolucionarios bolcheviques podríamos ser nosotros con menos cultura y más arrestos.

Al fin y al cabo lo que se acordó en Londres en 1953 respecto a Alemania era ayudar a un país para que pudiera crear empleo, reconstruir infraestructuras destruidas, incentivar la iniciativa privada, aprobar un nuevo plan educativo para la presente y futura generación de alemanes, reformas en materia de sanidad, del propio sistema político y como no podríamos olvidar occidentalizar Alemania para evitar que cayera en los brazos del comunismo. ¿Esto es Historia o es presente?

Y seguía la canción «cuando la lluvia ha colgado las hojas con lágrimas».

Había cierta ironía en todo esto. Alemanía había acabado de pagar lo que le quedó de deuda por el dinero prestado tras la primera y la segunda guerra mundial en el año 2010.  Eso sí, la deuda histórica que tiene con Grecia por ejemplo, jamás ha sido pagada a pesar de la insistencia y numerosas peticiones de los griegos, que por cierto están al borde del colapso…o de hecho ya colpasados de lleno.  Así que tal y como todo esto ocurría y ocurre parece que el concepto temporal habría que revisarlo y medir el tiempo en euros en lugar de en años. «Hace ocho mil millones de euros que eras tercer mundo, Alemania. Y se perdonó todo para que pudieras resurgir».  Los viejos esquemas de  la evolución, del pensamiento y la involución quedaron obsoletos. El tiempo se mide en euros.

Luego, sin venir a cuento comenzó a sonar «Noviembre» de La Bien Querida  y «Como el daño auyenta primaveras, cuando rompemos truenos por los campos». Así que en un clarísimo ejemplo de divagación e ira miré por la ventana, ví un coche color púrpura aparcado y me acordé del castigo por permitir traición, inmoralidad y miseria. De hecho, uno de los castigos más famosos y que más dio que hablar a lo largo de toda historia militar romana fue la aplicación de la «decimatio».Los ejércitos romanos se organizaban en legiones; cada legión tenía normalmente seis cohortes y cada cohorte tenía seiscientos hombres. La decimatio consistía en dividir estos contingentes en grupos de diez y echar a suerte quién debía ser castigado. De este modo, uno de cada diez sería lapidado o golpeado hasta la muerte por los otros nueve compañeros. Puestos a involucionar y dejar prosperar al animal habría que buscar el equivalente histórico a este castigo como el fusilado goyesco y el panadero, el bochevique y mi amigo Evaristo, la Libertad y la abuela de Evaristo, y no dejar que esa hipocresía de muerte social que es la cárcel durara dieciocho horas porque tienes dos millones y medio de euros robados para pagar la fianza en un país en el que a una mujer hondureña se le deniega operarle el cráneo porque no tiene papeles. Sesenta años no es nada.

James Ensor: La entrada de Cristo en Bruselas.

James Ensor: La entrada de Cristo en Bruselas.

Precursor del expresionismo y del surrealismo el pintor belga nos hace dudar en esta obra si la gente acompaña a Cristo en su entrada en Bruselas o este simplemente se pierde envuelto en la muchedumbre de un inmenso carnaval de máscaras inmersas en la gran farsa de «lo social».

Hermosa Artística Melancolía

«Me libré de los tontos, por cierto, del cuento del «bisnes» dando clase en una Academia de Cantos de Cisne.»   Joaquín Sabina, «La canción más hermosa del mundo».

El chaval no quería estudiar y el padre le soltó el sermón….

«Los llamados moriscos eran hijos o nietos de gente musulmana que en su día se bautizó, es decir, que apostató del Islam y se hizo cristiana. Les llamaron también con el agradable apelativo de «cristiano nuevo de moro». Así los diferenciaban de los judíos, a los que dicho sea de paso también expulsamos. Los moriscos, en su mayor parte, se dedicaban a trabajar en el campo, así que cuando los obligamos a irse el campo se quedó sin jornaleros. ¿Y sabes lo que hicieron nuestros gobernantes? Pues cerrar los colegios de los pueblos para que muchos niños como tú se fueran a trabajar al campo. Una población productívamente analfabeta. Toda una hazaña.»

Alberto Durero. MELANCOLÍA I.

Alberto Durero. MELANCOLÍA I.

Sintió el vilipendio en la piel y en las venas. Él era un angel con alas pero no podía volar. Pudo en su día pero ya había perdido el poder. Ahora tenía que verse obligado a habitar en lo terrenal. Así vivía y así viviría, pero guardaba un secreto. A pesar de todo él llevaba en el corazón una llave maestra que le permitía mirar a los cielos y entrometerse en lo que de verdad ocupaba sus pensamientos  y estos eran  su vida entera.  Era esta una ardiente desazón, una mezcla entre castigo y bendición que aunque a ratos lo vencía en otros momentos suponía la única razón por la que querer seguir en el mundo.

Era como el grabado de Durero, esa obra llena de misterio y magia en la que alguien que pudo nunca fue, en la que un ser celestial muere de desidia porque el mundo le supo a poco.

La tierra es limitada en la medida en que nuestra mente se autolimita. Aquellos niños moriscos no pudieron ir a los colegios. No los dejaron, así que su mundo era el que veían. Nunca conocieron el privilegio del ensimismamiento, que puede agrandar el mundo siempre que sirva a la razón. Fue Nietzsche quien dijo que el Arte era la auténtica actividad humana. Más tarde Kandinsky completó la frase al afirmar que si una obra tiene belleza, ya sea esta exterior o interior, se convierte en medio y fin a la vez para que el ser humano crezca y vea obsoletas sus limitaciones. El Arte va más allá del tiempo y lleva parte del futuro.

– No me marees…¡Yo quiero comerme la vida!

– Pues hazlo. Y no preguntes. Ya habrá tiempo para dar explicaciones entonces.

– Yo no quiero ser el angel de Durero…

– Tú no podrías ni aunque quisieras. Quizás con suerte logres acercarte, como yo, al perro que descansa a sus pies…pero al angel no. Solo por creerlo ya diste muestras de no poder serlo.

– Pues entonces no hay más que hablar. ¿Qué es lo que te faltó a tí entonces?

-¿A mí? Pues que por más que quise….«nunca pude cantar de un tirón la canción de las babas del mar; del relámpago en vena; de las lágrimas para llorar cuando valga la pena. No sabía que la primavera duraba un segundo…y yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.»

Pasados los años el chaval leyó «la espiritualidad en el arte» de Kandinsky, pero nunca llegó ni tan siquiera a imaginar a qué se refería su padre. Se quedó a medio camino entre el arte y el vivir. No sufría el latigazo en las entrañas del viejo en el mar de Hemingway. Afortunado él…o pobre de él…yo tampoco sabría muy bien qué decir.

La canción…

Romanos en China

«Díjoles Craso con altanería que en Seleucia les daría la respuesta, y el más anciano de los embajadores, llamado Vagises, echándose a reír y mostrando la palma de la mano: “Aquí ¡oh Craso!- le dijo- nacerá pelo antes que tú veas a Seleucia” – Plutarco. Vidas Paralelas.

El joven centurión  Cayo Milvio se encuentra cansado, sucio, sin fuerzas y encadenado pero debe seguir el trayecto al que lo someten sus vencedores. Él y sus más de cuarenta mil compañeros que expanden y defienden Roma han sido derrotados por los partos en Carrhae , un enclave estratégico desde tiempos inmemoriales por su poderío comercial situado entre Nínive, Damasco y Karkemish; casi donde las cabeceras del Tigris y el Eúfrates se abrazan,  plena ruta de la seda,  allí donde oriente y occidente se dan la mano y se enriquecen el uno al otro.

En el año 53 a.C. y tras la caída del dictador Sila,  la república romana se ampara en el primer triunvirato político de la Historia que compondrán los cónsules Pompeyo, Craso y Julio César. A pesar de sus carreras y méritos todos necesitan ver aumentados sus honores y glorias de modo que Pompeyo vencerá en Hispania, César hará lo propio en la Galia y Craso, gobernador de Siria,  centrará su actividad tras acabar con Espartaco en la parte oriental de las tierras dominadas por Roma. No contaba sin embargo este último con la mala jugada que el destino iba a depararle. No escuchó a Cicerón cuando llamó «nulla causa» a su intentona de  adquirir gloria y nuevas arcas con las que saciar su sed personal mediante una guerra injustificada. No evaluó que el rival, a pesar de sus disputas internas, se proclamaba heredero de Ciro y los aqueménidas ni que aún conservaran atisbos del legendario orgullo persa que hipnotizara al mismísimo Alejandro.

orodes II, rey de Partia

Orodes II, rey de Partia

El ejército romano fue aplastado por los partos. Miles de soldados fueron muertos y otros tantos miles hechos prisioneros. En cuanto a Craso, su cabeza y sus manos fueron expuestas en la corte de Orodes II,  rey del gran Irán que se extendía desde Siria hasta las puertas del reino celeste.

Cayo Milvio era uno de los miles de prisioneros, uno de esos legionarios que llevaba tres años y dos meses sin ver a su familia para la que la única fuente de sustento era que él clavara siempre la última espada. Esta vez no fue así. Milvio y sus hombres fueron llevados a pie al extremo oriental del imperio parto, a la región de Bactria; el norte del actual Afganistán y pleno corazón de Asia. Allí establecieron su morada siendo utilizados como guarnición fronteriza para defender al imperio parto de los ataques y el pillaje de los pueblos extranjeros nororientales que serían precedentes de los hunos.

Mientras esto sucede, ya muerto Craso, los supervivientes del Triunvirato,  Pompeyo y Cesar, se disputan la victoria en la guerra civil que acabará con la república. Nadie se acuerda de los miles de prisioneros romanos que luchan en el fin del mundo por defender a su verdugo.

Al este del este

Cayo Milvio pensaba en lo que debió sentir Prometeo cuando fue encadenado en la roca cerca de donde él estaba ahora y Zeus mandaba un águila para que se comiera su hígado. Así se sentía él. No podía pensar en los héroes macedonios, solo sentía el abandono, la soledad y la desesperación colindante a la locura. Un buen día bajó a por agua al riachuelo más cercano y vió acercarse desde la otra orilla a una comitiva de personas que parecían engendros sacados de una pesadilla. Eran bajitos, sin nariz, vestían ropajes de colores y suaves. Todos se acercaron a él y lo rodearon. Decían que venían del reino celeste. Milvio ya llevaba cinco años en aquella región y había oído hablar del gran Cathay, un reino legendario al este del este que se extendía hasta más allá de lo que un hombre pudiera recorrer en mil vidas. Milvio cedió ante ellos, pero las buenas intenciones iniciales se esfumaron conforme el acero hizo acto de presencia. En apenas dos días más de tres mil ya veteranos romanos fueron nuevamente encadenados y conducidos al norte de China. Les llamaban narigudos y se sentían atraídos por su tácticas militares, sobre todo la formación en tostudo o tortuga. Y allí, bajo las sombras de la jovencísima gran muralla los veteranos romanos defenderían espada con espada a un nuevo verdugo, esta vez, de los mongoles.

Cayo Milvio y sus hombres jamás regresaron a sus hogares. Murieron al otro lado del mundo en el barro de un reino de ensueño. Mientras tanto la república romana entonaba su canto del cisne para dar paso al imperio.

Fotograma de "Acantilado Rojo" ambientada en el final de la época Han

Fotograma de «Acantilado Rojo» ambientada en el final de la época Han.

En esta época, el Imperio Romano y el Imperio Han de China son los mayores del mundo. Ambos conocen su existencia pero no tienen relaciones directas. A casi siete mil kilómetros de distancia la ruta de la seda y los pueblos intermediarios son los únicos que logran crear un puente asiático entre oriente y occidente.

La zona del Gobi que defendieron los hombre de Cayo Milvio se conoció en China como Li-Jien, cuya sonoridad recuerda a «Legión». Con la reforma administrativa confuciana se renombró como Jie-lu, que significa «cautivos».

IMPERIO ROMANO E IMPERIO HAN. SIGLO I d.C.

IMPERIO ROMANO E IMPERIO HAN. SIGLO I d.C.

Asombrado

«Tal vez me sorprende la forma en que me ayudas a cantar mi canción» –

Siempre cuestionado por su literatura, a años luz de su inmensidad musical, el maestro logra a mi humilde entender una de sus mejores composiciones. Con una letra sencilla pero profunda y una melodía apoteósica logra por enésima vez en su carrera una canción grandiosa.

El Genio. El mismo Dylan dice de él que es la única persona en el mundo ante la cual todavía se siente impresionado.

Paul McCartney: «Maybe I’m amazed», de su disco de debut en solitario titulado simplemente «McCartney». Año 1970.

Imposible no querer dedicarla a esa persona que nos acompaña siempre.

A la sombra del granado

«Lo sé, pero este es el pasado que yo deseo recordar»   Zuhayr bin Aumar. A la sombra del granado.

Fue durante la época de la crecida. Desde cualquier cerro veíamos contingentes de personas con sus enseres cargados en carros tirados por mulas. Venían algunos desde el sur, desde las Al-Pujarras; la tierra de los pastos en la que los campesinos pastoreaban; otros habían cruzado el estrecho e incluso los había que venían del norte atravesando encinares, pero lo más destacado de aquel invierno fue que prácticamente toda la población de Medina Elvira emigró a  Garnata. Un cambio de capital siempre implicaba grandes movimientos migratorios y esta decisión de los ziríes no iba a ser menos.

Fijamos el encuentro en la festividad de Santa Apolonia y fuimos llegando en busca de amparo ante el frío de febrero. Ni pudimos ni quisimos reprimir la alegría de volver a ver a aquellos viejos amigos. Como dijeron otros «estos no eran valientes, no eran poderosos, no eran los mejores; eran solamente únicos». En Granada debíamos ayudar a uno de ellos en la difícil tarea de encontrar y vencer al último lestrigón y el laberíntico enclave debía ser medio y fin. Nosotros seríamos su sangre.

Y empezó la batalla en la ladera sur del cerro de la Sabika, tan cerca de la roja Al-hambra que los ocho tuvimos que emplear todas nuestras fuerzas para no sucumbir al temprano ataque de los Abencerrajes, aquellos nobles nazaríes que por mantener a raya a los invasores serían capaces de entregarse a las llamas del vacío. En verdad que empezó fuerte el envite y resultó difícil encontrar un lugar esquivando golpes de mocábares, capiteles y versos coránicos. A media mañana los leones fueron nuestros acompañantes de lujo mientras contemplábamos como Muley-Hacén (Mulhacén),  aquel que reina en Sierra Nevada,  hiciera correr la sangre de los abencerrajes mientras huiamos de los palacios ante el temor de convertir en propia piedra y estuco las escasas palabras que podíamos compartir. La puerta de la justicia hizo honor a su nombre y pudimos encontrarnos de nuevo.

El tropiezo con la visión más silenciosa era cuestión de tiempo. Desde allí mismo veíamos como los antiguos habitantes de Baeza iban ocupando aquel monte que llamarían Al-baicín y que abrazaría el Sacromonte mucho antes de que los mudéjares decidieran que aunque sus cuerpos se extinguieran del lugar, nadie nunca jamás conseguiría expulsarlos de allí. Yo los veía, todos los vimos, todos caminamos entre cármenes y acequias cantando aromas de despedida.

Tuvimos que descansar pero dos de nosotros quedaron rezagados y hubo que esperarlos. Cuando se nos unieron de nuevo nos contaron que había una comitiva enorme del norte entrando en la ciudad pero nada tenían que ver sus habitantes. Venían armados y nada amistosos. Más tarde supe que aunque hacía ya más de un mes que Fernando e Isabel la habían tomado, la ciudad todavía respiraba bajo el sol del desierto y seguía bañada en agua de oasis. ¿Cómo era posible levantar allí mismo la primera catedral renacentista de este naciente país? ¿la última gótica o la primera renacentista? En fin, como diría el gran Julito Zanzíbar «eso me importa una buena mierda».

– ¡Debemos reposar! Habremos de recuperar fuerzas,  no hemos llegado ni a mitad del recorrido – nos decíamos unos a otros.

El descanso fue largo y merecido pero a media tarde quisimos velar las armas en Puerta Elvira en honor a la que siempre está pero nunca se muestra. Yo sé que la baraka de Alá está en vuestros corazones; yo los siento míos porque vosotros estais en mí, por eso existe solo lo que es, por eso es solo lo que existe.

El Sol se iba escondiendo pero seguíamos buscando al lestrigón; aún no había aparecido. Nos atacaban por todas partes, apunto estuvo uno de nosotros de caer en las aguas de los que querían vernos perecer, pero sacando fuerzas de flaqueza pudimos resistir el último arrebato de los malos augurios. Era tarde y yo sabía que las tentaciones y las obligaciones eran tantas que después de todo el día combatiendo era difícil que el grupo permaneciera unido. Dos de nosotros se perdieron. Debían luchar contra el minotauro y cuales Teseos desplegando sus fuerzas consiguieron abatirlo en un despliegue de maestría y destreza. Mientras tanto el resto estuvo a punto de claudicar al son del deleite. Aquellas cuestas llanas nos hacían caminar forzando el motor emocional a muchas más revoluciones por minuto de las que nuestro ajado corazón podía funcionar. Pero entonces aparecieron. ¡Son los duendes! – gritó uno de nosotros- Eran ellos, habían decidido aparecer en mitad de la noche en el mismo Paseo de los Tristes, aquel camino paralelo al Darro por el que desfilaran los cortejos fúnebres. ¡Crucemos el puente del Cadí y entremos en la cueva! Debíamos refugiarnos de los demonios y jugar con los duendes. No podíamos creer lo que vimos al entrar en aquella gruta encantada. Al adentrarnos en el aroma del té, sentado en un rincón estaba Washington Irving escribiendo sobre nosotros mientras Alonso Cano dibujaba algo en un folio oscuro. ¿Esto es de verdad amigos? Claro que sí – alegó uno de nosotros- Definitivamente es una ciudad mágica. No hay más.  De hecho esto es lo único real de todo el viejo cuento de la supervivencia. Se unieron a nosotros los vencedores del minotauro y los ritos báquicos comenzaron su curso ya con todos los integrantes. Fue entonces cuando todo adquirió sentido, cuando no hizo falta buscarlo porque Él se manifestaba solo, simplemente nos usaba como medio de expresión: «Conocer el mundo por el padre, vivir el arte por amor al arte, preguntarse para todo para qué, desear la Buena Muerte desde el mismo puente del Cadí, la Calle Espinosa y yacer en el Darro, aquel en el que solo reman los suspiros,  llorar por vosotros y hacer nuestro el llanto de Boabdil por Granada«. ¡Qué gran verdad era aquella que decía que toda la historia del pensamiento y de la filosofía se resumía en el verso de Federico «En los olivaritos niña te espero con un jarro de vino y un pan casero».

Allí fue y así es. Vencimos al lestrigón y lo único que hubo que hacer fue Ser y Estar. No hacía falta nada más, porque cuando se comparte lo intangible, aquello que Es y Existe toma forma y la victoria es segura. No hubo necesidad de intentar ser lo que no se es ni de retar a la naturaleza. Fue así porque así es. Y de esa manera nadie pudo ni podría con nosotros.

Paseo de los Tristes

Paseo de los Tristes

Brutalidad, Disimulo….y Virtud.

Aquellos hombres lejanos comenzaron a bajar de las montañas y a entrar en las cuevas y chozas. El cambio climático fue tal que lo que hasta hacía relativamente poco tiempo eran glaciares kilométricos ahora eran prados, lagos y sierras. Muchas especies emigraron al frío norte así que el hombre tuvo que pastorear, ser trashumante y cultivarse en el agri para poder comer de la tierra. Esto lo llevó a relacionarse con otros hombres y a vivir en sociedad. Vivir en comunidad genera problemas de convivencia desde que el hombre es hombre de modo que surgieron necesidades de crear instituciones para que gestionaran esos problemas y así resolver los conflictos; en resumen para facilitar la vida.

Muchos miles de años más tarde los griegos llamarían Polis a estas comunidades de hombres así que a todo lo relativo a la gestión y al ordenamiento de la comunidad lo llamaron simplemente Política: trabajar por el bienestar de los vecinos, algo verdaderamente elevado y honorable. Ese era el verdadero fundamento esencial y primigenio de la Política. Para eso existe y por eso es necesario.

Y pasaron otros miles de años. Entre Médicis, Sforza, Papas y Reyes Nicolás Maquiavelo rompió ese concepto de Política. A partir de él Política sería el Arte de alcanzar y conservar el poder. Y si la política estaba justificada por el hecho de ser necesaria para resolver los problemas que vivir en sociedad generaba….habría pues que asegurar que esos problemas siguieran existiendo, ya que la ausencia de los mismos significaría la inutilidad y no razón de la Política.

Hace quinientos años que Maquiavelo escribió «El Príncipe». Es en esta misma obra en la que se dice que el poder es el objetivo más codiciado pero esa misma codicia que puede llevarte a él puede hacerte perderlo, por lo que la mayor virtud del político debe ser la mesura.

Poco antes de morir, Carlos V escribió una carta a modo de instrucciones a su hijo y heredero el futuro Felipe II. Además de conceptos sobre gobernabilidad, religión y otras directrices el emperador le instaba a no olvidar nunca que gobernar era el mayor de los sacrificios humanos, que ninguna persona en su sano juicio querría ostentar el poder absoluto tal y como ellos habían de hacerlo, pero que al ser un designio divino haber sido emperador el uno y rey el otro debían aceptar y asumir la carga que Dios padre les daba. No extraña pues que Carlos V abdicara en su hijo e ingresara en un monasterio para vivir sus últimos años en comunión con Dios y con su propia vida

Jamás se ha visto a ningún otro gobernante prácticamente lamentando tener que asumir tales funciones, reconociendo que ser mandatario supone vivir en la inmundicia moral y llevar a hombros la carga de la responsabilidad de toda una sociedad. Siglos después a esto lo llamarían concepto de Estado, bien común.

La necesidad política es un hecho desgraciado pero es un hecho. La ausencia de Virtud es lo realmente preocupable.

Esto me lleva a una de mis escenas favoritas por todo lo que ella encierra. En ella se da lugar el intento, el sacrificio, la honra, la entrega, el caliz, la búsqueda, el amor, la renuncia, la deshonra, la bondad, la incapacidad, la claudicación, la derrota que puede llevar al conocimiento, la desvirtuación,  la no virtud que puede hacernos virtuosos:

Perceval o Parsifal entrega el Bien a su origen en espera de una nueva venida de la Virtud. Bajo un atardecer con un sol rojo apocalíptico yace moribundo su rey. Al volver poco después la barca que alberga el cadaver de Arturo navega sola en dirección a Avalon donde tal vez pueda alcanzar su caliz mientras suena «La muerte de Sigfrido» de Wagner. Impresionante.

Que no se pierda nunca Excalibur, que no se pierda la Virtud. Trabajemos por ella. Hay que volver a sacarla del lago de estos tiempos.

EXCALIBUR. John Boorman. (1981)

Desde Algeciras a Estambul…

«La luz es más grande que la tierra, la tierra es más grande que el hombre y nunca jamás puede hacer pie el hombre, hasta que no respira hacia la patria, regresando a la tierra, terrenalmente retornando a la luz, recibiendo terrenalmente la luz sobre la tierra, recibido por la luz solo a través de ella, tierra que se torna luz.»  Hermann Broch «La muerte de Virgilio»

En un sueño marino atemporal ocurrían todos estos sucesos protagonizados por aquellos que brillaron en el amanecer de los tiempos.

Solo recuerdo que se rompió la vela al amanecer y atracó en Ampurias. Aparcamos el coche en San Martin pero en realidad yo habría varado mi barco en el puerto foceo, muy cerca del pueblo. Desde allí veía y olía las mercancías que traían procedentes de la otra orilla del mar, allá por el golfo de Esmirna. Era respirar, cerrar los ojos y sentir a los jonios llegando mientras yo me inmiscuía en los sacos de mirra y azufre que vendían y traficaban allí  donde se daba cita gente de todos los lugares.

Decidí adentrarme en unos de los buques junto al mercader filisteo que ya entonces me hablaba de su tierra, de sus encantos y de las mujeres de su Philistiea aunque yo la conocía como Palestina. Nunca pude visitarlo mientras estaba allí y la pensaba. Ya nos asomábamos a las puertas de Sicilia pero de repente me encontré solo entre hombres que se mataban entre ellos, de modo que por unos que se decían romanos y otros a los que llamaban tunissios o cartagineses tuve que saltar del barco y correr todo lo que pude llegando y penetrando por toda la Campania hasta llegar a la Nueva Ciudad o Nueva Polis, que yo conocía como Nápoles. Allí siempre era media tarde, siempre había un Sol que no se terminaba de esconder y muy cerca de la ciudad con la bahía más hermosa reposaba el Vesubio que aún no se había enfadado y aguardaba vigilante mientras cuidaba de los campos fértiles.

Todavía no lo había encontrado; pensé en aquella frase de «Dentro del Laberinto», aquella que decía que a veces para avanzar el mejor camino era retroceder. Entre eso y que me daba un poco de miedo enfrentarme con los demonios, logré encaramarme en la tripulación que comandaba el almirante Baba Aruj que yo aún no conocía como Barbarroja. Junto a él reposé por Trípoli todas las preguntas que tenía hacer a lo largo de mi viaje, y mientras me lanzaba de lleno sobre sus aguas iba entendiendo el secreto del mar, ese que estando en medio de las tierras iba condicionando y observando todo lo que alrededor de él sucedía. Como en la vida misma lo importante era el medio y no dejarse llevar por las apariencias. Todo era pura representación, un ritual iniciático como el que pude vivir danzando con los derviches en Palmira, ¡Oh! Palmira, recuerdo de Zenobia y paraiso en el desierto mientras comíamos dátiles bajo el Sol y las palmeras, donde pasé semanas en caravanas y los sabios me enseñaron a vivir en el río.

Tuve que gastar la vida en Argel siendo pirata para poder mirar de frente y observar que al fondo del mar estaban los honderos, esos valientes baleares que ayudaban al cartaginés. Quise ser uno de ellos, asi que embarqué y puse pies en Palma de Mallorca con la sorpresa de olvidar rápido mi bélica vocación al conocer a Ramón Llul. Fue indescriptible aquella experiencia. Recuerdo que gestaba una nueva lengua que más tarde sería el catalán pero más aún marcó mi vida que me enseñara aquella maravillosa flor de lis con la que coronaba la rosa de los vientos sabiendo así que quería seguir navegando por los campos inicuos del tiempo.

No recuerdo exactamente cómo me ví envuelto en aquello. Fueron días vertiginosos pero me llevaban preso al puerto de Acre. Encontré a todos envilecidos por el deseo de imposición, que en realidad no era más que la vieja historia de la avaricia. Todos querían ser ricos. En el trayecto  paramos en  Venosa,  así que tuve la oportunidad y la suerte de conocer en su ciudad natal al joven Horacio, que en tales horas tuvo el acierto, la grandeza y la genialidad de recitarme aquello de:

«Dichoso aquél que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres,
dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes,
libre de toda deuda,
y no se despierta como los soldados con el toque de diana amenazador,
ni tiene miedo a los ataques del mar,
que evita el foro y los soberbios palacios
de los ciudadanos poderosos»

Me sirvió. Asumí la noche con empaque en Rodas, esa isla en la que los caballeros sanjuanistas habían hecho su cuartel general. Pude afrontar mi condición de preso en San Juan de Acre de otra forma, porque allí se estaba dando cita la última de las invasiones de los bárbaros del norte contra la civilización del sur. Lo llamaban Cruzadas, pero en realidad todo el mundo sabía lo que era, porque al pasar la adolescencia vital la cortina empezaba a correrse; el velo de Isis, los misterios que desde Delfos a Itaca pudiera estudiar me servirían para toda la vida aun apagados.

Yo ya estaba mirando a occidente; veía y sentía que estaba muy cerca. Hacía tiempo que me habían soltado, había cumplido mi condena con creces y en poco tiempo los omeyas decidieron que era el momento de conocerla. Prácticamente en una barquichuela llegamos a Lesbos. El camino escarpado fue un duro obstáculo pero el resultado mereció la pena. Allí, en aquella isla, en el pequeño pueblo estaba ella, allí vivía Safo. Conversar una tarde fue como acercarme a los orantes de Atenea. Ella la amaba y me contó que lo que habia sucedido hacía siglos era en realidad la primera guerra mundial, pero que como siempre los «medios de comunicación históricos» lo disfrazarían todo de una sencilla historia de amor: aqueos, hititas, egipcios, troyanos….los grandes imperios peleando por el control estratégico de un espacio de gran potencial económico. Todo me sonaba demasiado y lo querían disfrazar de Paris y Helena enamorados. Me recitó su himno, el de Atenea,  me habló a corazón abierto del amor y al marcharme le dije que jamás la olvidaría, que ella que amaba de verdad, habría de dar nombre al amor entre mujeres y por eso su isla, Lesbos,  hizo honor a tal grandeza.

Andaba un poco perdido. Por una parte quería navegar pero por otra lo real iba teniendo cada vez más presencia y tampoco me impedía seguir acuchillando mares con la proa. Así que llegó el día, estaba escrito. Al llegar a Alejandría, que fue mi faro, conocí a Kavafis y con todas mis dudas me apuñaló la razón con sus palabras, a mí que andaba buscando mi ciudad. Me miró fijamente y me enseñó:

Dices: «Iré a otra tierra, hacia otro mar y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado y muere mi corazón lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos sólo veo las oscuras ruinas de mi vida y los muchos años que aquí pasé o destruí».

No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.

Allí en la tierra de Keops, de Baibars, de los fatimíes, donde Osiris murió y renació, donde Amón dictaba los destinos aprehendí de verdad todo lo anterior y supe que el mayor temor de los hombres es en realidad enfrentarse con uno mismo, desnudo, aceptándose, asumiéndose y asimilándose, con sus virtudes y sus enormes limitaciones.

Cuando pasaron los años y miraba al infinito crucé el cuerno de oro y por fin la ví. Había llegado a Hagia Sofía, aquella que vivía por los siglos de los siglos guardando el conocimiento de Bizancio, de Constantinopla, de Estambul…qué más daría el nombre que le dieran a esa joya. Dentro del templo me detuve y bajo su cúpula, como la vida misma, como la Historia misma, un cuerpo circular sobre una superficie cuadrada. ¿Cómo adaptarlo? Igual que el vivir. Pero ya entonces sabía que las pechinas bizantinas servirían de nexo entre la mente y el corazón. Sabía que eran ellas las que ayudarían a vivir, porque tanto como quise que el mundo se adaptara a mí tendría yo que adaptarme al mundo. Así que miré al oeste, a la tierra del rio Hiber que yo conocía como Ebro y que daba nombre a toda la península y supe que yo pertenecía a ella y podía pertenecer a cualquier parte pero siempre partiendo desde ella. Al llegar me adentré en la tierra, en la meseta, donde la mística y lanera Castilla encuentra su razón de ser y antes de caminar hacia el sur Fray Luis de León me paró y, viviendo plenamente una Vida Retirada, me dijo mirándome a los ojos con extrañeza y convicción:

 ¡Qué descansada vida,
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
 
….Así que arrancamos el coche desde San Martín y habiendo muerto en Finisterre y habiendo nacido a orillas del rio que bañaba Tartesos, contradije a Neruda con aquello de «todo en tí fue naufragio» y pude vivir feliz mirando hacia él. Y cuando me preguntaban por qué o para qué, la respuesta siempre era la misma: «Para que pinte de azul mis largas noches de invierno».
 
PUERTO DE NÁPOLES Y EL VESUBIO.

PUERTO DE NÁPOLES Y EL VESUBIO.

SAFO DE LESBOS

SAFO DE LESBOS

ORÁCULO DE DELFOS

ORÁCULO DE DELFOS

HAGIA SOPHIA. SANTA SOFIA.

HAGIA SOPHIA. SANTA SOFIA.

TEATRO DE PALMIRA

TEATRO DE PALMIRA

EMPORIO. AMPURIAS

EMPORIO. AMPURIAS

MAR MEDITERRANEO

MAR MEDITERRANEO

2+2 = 5

«Está la cosa como pa tirá una colilla encendía»  – H.M. Murdock

Confesando que fuí tardío, que el totémico «O.K. COMPUTER» no me entró a la primera aunque el tiempo se ocupó de meterlo en mi panteón; que realmente me enamoré con el «KID A» y sobre todo aquel año de 2003 en el que un minusvalorado y para mí incomprensiblemente  despreciado «HAIL TO THE THIEF» pasaba sin pena ni gloria por las plumas de la crítica, soy de los que piensan que los de Oxford son la mejor banda británica de los últimos veinte años.

En fin, con la discografía completa de Radiohead sobre mi mesa, escucho esta canción que aún teniendo un destinatario tejano aficionado a bombardear países, sigue prestándose a una lectura terriblemente actual.

Radiohead: «2+2=5»

Todo lo que sobra

«El pueblo no debería temer a los gobernantes. Son los gobernantes los que deberían temer al pueblo»  Alan Moore, V de Vendetta.

Cuando Marx hablaba de las Cortes de Cádiz de 1812 ya distinguía «un país con ideas pero sin acción  y otro país con acción pero sin ideas». Por aquel entonces, al igual que hoy día casi, los políticos tan solo se representaban a ellos mismos.

Damocles quiso ser rey; no sabía que había una espada pendiente de su cabeza. Al menor desliz, al menor error, la espada caería sobre su cabeza. Esto pasaba en Siracusa hace dos mil seiscientos años. Hoy en lugar de espadas sobre sus cabezas tienen comités de investigación a modo de coros rocieros. Y los demás ni ideas ni acción.  «Aquí sobran Damocles y faltan espadas sin hilos de los que pendan» dicen muchos.

Es todo lo que sobra. La Historia es de la gente:

«Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que como la de las madréporas suboceánicas echa las bases sobre que se alzan los islotes de la historia. Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido; sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la historia. Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna, no la tradición mentida que se suele ir a buscar al pasado enterrado en libros y papeles, y monumentos, y piedras.

Los que viven en el mundo, en la historia, atados al «presente momento histórico», peloteados por las olas en la superficie del mar donde se agitan náufragos, éstos no creen más que en las tempestades y los cataclismos seguidos de calmas, éstos creen que puede interrumpirse y reanudarse la vida. Se ha hablado mucho de una reanudación histórica (…), y lo que se reanudó en parte fue que la historia brota de la no historia, que las olas son olas del mar quieto y eterno. Lo que reanudó la historia fueron los millones de hombres que siguieron haciendo lo mismo que antes (…), aquellos millones para los cuales fue el mismo sol después que el de antes, las mismas sus labores, los mismos los cantares con que siguieron el surco de la arada. Y no reanudaron en realidad nada, porque nada se había roto».    Miguel de Unamuno, En torno al casticismo.

Richard Westall «La espada de Damocles». 1812.

Corromperse por la belleza. SMASH.

«Imagínate a Bob Dylan en un cuarto, con una botella de Tío Pepe, Diego del Gastor a la guitarra y la Fernanda y la Bernarda de Utrera haciendo compás. Y dile a Bob Dylan que cante sus canciones. ¿Qué le entraría a Bob Dylan por ese cuerpecito?»  – SMASH, «Cosmogonía de la estética de lo borde».

Mucho antes de que Camarón entrara en «La Leyenda del Tiempo» (1979); antes de que Kiko Veneno y los hermanos Amador murieran de «Veneno» (1975); antes incluso de que Triana jugara en «EL Patio» (1974)  los sevillanos SMASH (1968-1973) serían los primeros en popularizar la fusión de la herencia hippie de los sesenta, el rock progresivo de principios de los setenta y la tradición flamenca de siempre de su tierra natal.

Una banda con Silvio, Gualberto y Manuel Molina….en fin ¿qué se podía esperar?  Creo que ya lo manifesté con Brel: ojalá los hijos artísticos de Smash estuvieran tan solo a unos cuantos años luz de sus padres.

Aunque digan lo contrario, / yo sé bien que esto es la guerra, / puñalaítas de muerte / me darían si pudieran.

SMASH: «El garrotín»

El Diario de Baler

A Luisito Luzón siempre lo llamaban Ele. Le gustaba. Ele por dos razones; por ser sus iniciales L.L. y también porque desde muy pequeño le gustó escribir. Escribía sobre cualquier cosa pensando que alguien leería las descripciones que hacía de todo lo que le interesaba. Era un chaval de clase media que había nacido y crecido en Baler (Filipinas) que en realidad siempre quiso pertenecer a alguna tripulación del Galeón Manila, la Nao de China que decían algunos;  aquellos barcos españoles que años antes habían cruzado el Pacífico desde Manila a Puerto Vallarta; o ser un contramaestre de las Flotas de Indias que navegaban por el Atlántico desde Veracruz hasta Cádiz.

A Ele le tocó vivir uno de los momentos más convulsos de la historia de su país. Un fragmento de su «pequeño diario de sucesos» contaba aquellos acontecimientos.

10 de mayo de 1898. Baler

Esta guerra no se acaba. Cuando creía que ya nos habíamos librado de los españoles ahora parece que aguantan. Por la información que escuché desde el puerto y por la prensa, Estados Unidos acabó  fácilmente con España en Cuba. Ahora los yankis han atracado en Manila con mil barcos y un montón de soldados para ayudarnos contra los españoles y los han destrozado en el puerto de Cavite, Manila.

2 de julio de 1898. Baler

Los españoles están locos. La guerra la tienen perdida, pero según escucho debe tratarse de cincuenta o sesenta personas. Se han atrincherado en la iglesia de San Luis. Uno de los capitanes del ejército revolucionario filipino ha dicho hoy en Manila que son un atajo de inconscientes. Llevan tres días allí hacinados. ¿Cuánto tiempo podrán aguantar?

9 de agosto de 1898. Manila

Los yankis han tomado Manila. No entiendo esto muy bien. El ejército revolucionario filipino parece estar al margen de las cosas y los americanos son los que lo están celebrando. Se supone que hemos luchado juntos contra los españoles y que nos venían a ayudar. Los locos esos de la iglesia siguen allí metidos y no hay quien los bata.  Me pregunto cómo pueden estar todo el día encerrados sin perder el conocimiento entre disparos, sangre y muerte.

14 de  de noviembre de 1898. Baler

Hace algunos meses que no escribo. Las islas arden en combates.  Ahora mismo me echo las manos a la cabeza y todo el mundo parece que esté pendiente aquí en Baler de los españoles esos metidos en la iglesia. Acabo de enterarme de que su desconexión del mundo es total. ¡No sabían que estaban en guerra con Estados Unidos! Seguían pensando que solo había escaramuzas con rebeldes filipinos. Noto que crece el rencor hacia los yankis y se aprecia el valor de los españoles. Aquí gente del pueblo se ha acercado a tirarles comida por alguna rendija que encuentran mientras el ejército revolucionario sigue hostigandolos para que salgan de una vez y se rindan. Esto es muy raro.

5 de febrero de 1899. Baler

No me puedo creer lo que he visto esta mañana. Un cabo filipino ha apuñalado a un americano en la calle Vistamarina. ¡Lo ha matado allí mismo! Todo lo que llega de Manila es odio hacia los yankis. Nos han engañado. Vinieron para ayudarnos contra los españoles pero se han apoderado de todo, de los puertos, del comercio, del gobierno…malditos sean. Hace ya tiempo que la guerra contra las españoles ha terminado…excepto aquel contingente de la iglesia. No hay quien los saque de allí. Dios mío llevan ocho meses encerrados. ¿Cómo es posible? ¿Dónde hacen sus necesitades, en el baptisterio? ¿Cómo pueden aguantar el asedio entre tanta necesidad y en esas condiciones infrahumanas? El propio gobierno español está mandando comunicaciones para que abandonen la iglesia de una vez pero ellos se niegan, dicen que es mentira que hayan perdido la guerra, que el Imperio Español es el más grande que ha existido nunca y que no caerá jamás.

28 de abril 1899. Baler

He oído un disparo. Creo que en la sacristía. Todo parece indicar que comienza a haber secesiones y ajusticiamientos internos entre los españoles. Esto es insostenible. La mismísima reina Maria Cristina  ha enviado a cuatro franciscanos para convencer a esos soldados de que abandonen y tampoco les han hecho caso. No pueden ser hombres comunes, esos soldados están aguantando condiciones infrahumanas  y siguen defendiéndose.

26 de mayo de 1899. Baler

En la islas ya no se habla de otra cosa. Va a hacer un año que esos locos, raudos y poderosos héroes españoles se niegan a admitir que España ha perdido todo su imperio de ultramar y que ya no es más que parte de una península periférica de Europa. Mas si todos los españoles tuvieran el coraje y la fuerza que estan demostrando los de la iglesia la realidad sería de otra forma. Hoy ha ido un nuevo emisario para forzar la capitulación. Les ha llevado un ejemplar del periódico El Sol donde se dice que España ya no posee Filipinas. Lo han rechazado.

2 de junio de 1899. Iglesia de San Luis de Tolosa. Baler.

Los he visto! Han salido todos! Se han rendido! Deben ser sesenta soldados, sucios, esqueléticos algunos, enfermos…hay cadáveres dentro de la iglesia. Han salido los héroes! Todo el mundo aquí está apludiendo a su paso y ellos están desconcertados mirando para todos sitios…no saben por qué los vitorean en territorio enemigo. Los han llevado hasta Manila como si fueran héroes filipinos. Creo que los van a repatriar a España en unos días.

El desastre del 98, la guerra hispano-americana finalizaba oficialmente en diciembre de 1898 con la independencia de Cuba y la venta forzosa por 20 millones de dólares de Filipinas, Puerto Rico y algunos otros territorios a Estados Unidos. La gran derrota, la gran humillación abría la puerta al  sentimiento perdedor y al complejo histórico español dando nombre y esencia a toda una fantástica generación de intelectuales. Siempre se salvaron de esta idea los héroes que durante 337 días aguantaron peleando inconscientes en una guerra que ya no iba con ellos, a espaldas de la realidad en aquella pequeña iglesia al otro lado del mundo. De los sesenta soldados atrincherados, quince murieron enfermos, seis desertaron y dos fueron fusilados. Solo aquellos muros saben lo que se viviría allí dentro durante casi un año. Fueron los últimos de Baler. Los últmos de Filipinas.

Luis Luzón moría en Puerto Princesa en 1949 legándonos su «Pequeño Diario de Sucesos».

Iglesia de San Luis de Tolosa. Baler

Los últimos de Filipinas

El 30 de junio es el día oficial de la Amistad Hispano-Filipina.

Baler está hermanada con más de treinta poblaciones de toda la geografía española.

Los Puentes Volados

Aunque nació en Luoyang,  lugar donde se esculpió la luz en la roca, fue Chang ‘an (actual Xian) la ciudad que vió crecer a Xuanzang. Nacido en una familia de eruditos y sabios, eligió la vida monástica en un momento en el que aquellas extrañas ideas que venían de más allá del Jima-Alaia (Himalaya, lugar de las nieves) aún constituían algo minoritario en el Reino del Centro.

Con 27 años Xuanzang partió en peregrinaje para conocer de primera mano las enseñanzas del Buda: de Xian a Turfán, de Turfán a Samarcanda, de Samarcanda a Bamiyan, pasando por otros muchos parajes y ciuadades que ya abrazaban el pensamiento del Sakyamuni.  Ya en el subcontinente indio Xuanzang atravesó el Ganges hasta llegar a Sankasya y a la cuna de Gotama, Kapilavastu, ….y a Bengala, y a Benarés, y a Ceilán….y a tantos otros lugares que quince años después inició su camino de retorno con casi setecientos textos búdicos, anotaciones, dibujos y una amalgama de caminos hacia la perfección que pasaban por todas las escuelas y tendencias espirituales. Su vida efectivamente fue su camino y aunque sus pies olvidaron facilmente los millares de kilómetros, su mente tardaría unos años en asumir y en aprehender tal cantidad de vivencias, cambios, ideas y vias posibles hacia lo Supremo.

Su obra sirvió para difundir el budismo en China hasta convertirla en la religión mayoritaria siempre en disputa con el taoismo y el confucionismo. En Xian halló descanso en el Templo de la Gracia Maternal y dentro del mismo la Pagoda de la Oca Salvaje fue reconstruida para albergar la mayoría de textos que trajo de sus viajes y convertida en el mayor centro de traducción e interpretación búdico de China.

Xuanzang no sabía, nunca supo de hecho, que había construido un puente atemporal entre China y la India. Pocos sin embargo imaginarían que apenas veinte años después el Islam haría tambalear aquella fuente germinal greco-hindú que convertida en un crisol constituiría siglos después el shangri-la, el mismísimo «break on trough to the other side» de muchos y tantos fatuos occidentales.

Durante el año 632 Xuangang estuvo en Kushinagar, lugar donde falleció el Buda. Fue el mismo año en el que, muchos kilómetros al oeste, moría Mahoma y el Islam comenzaba su expansión mundial.

Xuanzang moría en el año 664 lleno de honores y el emperador Taizong «El hijo del Cielo» rezaría por él en el templo del mismo nombre en aquella época del año a mediados de verano, cuando nacía el ying y empezaba a morir el yang .

A todos los que construyen puentes y contra todos los que intentan destruirlos.

Grutas Longmen. Luoyang. La luz esculpida en la roca

Templo del Cielo

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya,
así en la costa un barco, sin que el partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.            

– Antonio Machado –

Permanentemente Insultado

Y en esas que explotó la vergüenza, la tolerancia a la estupidez, el soporte de la manipulación histórica y de la propaganda, el aguante a los absurdos sentimientos colectivos y a la necesidad de afiliación del ser humano, a charlatanes disfrazados de líderes y adalides de personas, pero sobre todo a la mentira intencionada y al juego y enjuague de conciencias en favor de unos pocos olvidando, como casi siempre, lo realmente importante. Importaba lo que no importaba y se sentía permanentemente insultado en su intelecto por politicuchos, analistas, banqueros, mandatarios…en resumen: mediocridad y egoísmo.

Le dijo Polloto a Cipoto:

¿Pero de verdad eres capaz de portar una bandera? ¿Unos colores, un escudo, un estandarte? ¿Pero todavía no te has dado cuenta del vacío, de la mentira, del ultraje descarnado del que eres objeto? ¿Pero aún sigues creyendo en toda esa parafernalia antigua y utilizadora de conciencias? ¿Un pueblo, una historia, una patria? ¿Pero es que no estudiaste? Por favor, dime de verdad qué es lo que persigues. Sé claro, pero no me tomes por idiota. ¿Independencia? ¿Y de verdad que es un motivo digno y virtuoso por el que luchar? ¿A mí me vas a hablar de independencia, Cipoto? A mí que lucho por ser independiente de mí mismo. Aaahh! La nación…la Historia del dinero y la trama de afectos…la Nación. No ensucies la Épica y la Libertad usándolas como disfraz de ese invento…»la Nación». ¡Farsantes! ¡Los unos y los otros! Una vez más firmais otro manifiesto de incapacidad humana. Ni unidos porque sí ni separados porque sí. Ya no puedo seguir escuchándote, ni escuchándolo. Percibo tu discurso como un engañabobos. Eres un mentiroso.  Ocultas cosas y no dices la verdad. Tú no deberías estar ahí. Estás engañando a mucha gente. ¿Que te sientes cómo? Muy bien, a partir de mañana tu pueblo es tuyo y el mío es mío. ¿Y ahora cuál es tu discurso? ¿De verdad que merece la pena vivir por esta causa? Tanto por una parte como por la otra. ¿Merece la pena? Entonces la vida está definitivamente sobrevalorada.

Mi reino no es de este mundo.

Mi frase favorita de todos los tiempos.

Es tan cansino, tan insoportable, tantas las horas de radio y televisión dedicadas a temas banales o mejor dicho, a temas tan banalmente enfocados,  tomando permanentemente a la gente por tonta,  que pese a la poca batería y a la poca cobertura que pretendo voluntariamente tener con ciertas cosas, las acaba uno sintonizando.

Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. San Juan, 18;36

Permanentemente insultado, tu amigo Polloto.

Siempre en mi pensamiento

Aunque fue compuesta originariamente para relanzar la carrera de la cantante country Brenda Lee en 1972, fue Elvis quien hizo que todo el mundo suspirara al oir la canción «Always on my mind».

Elvis ya era un artista en franca decadencia. Desplazado o dejando paso a lo que llegaba de Gran Bretaña y de la costa oeste de Estados Unidos, lo cierto es que hacía ya años que había  dejado de estar en primera línea de fuego y de prestar interés por las vanguardias. Para muchos adeptos es precisamente esta etapa la más romántica, la que terminará en Las Vegas, en los trajes, en los hoteles y casinos y tambien en los kilos de más, las pastillas y las drogas.

Todos los caminos del mundo blanco llevan a Elvis y no seré yo el que escriba las razones. Lo cierto es que casi retirado del ojo del huracán, aún sin saber quién era Eric Clapton en pleno 1966 Elvis era el hérose de toda la generación de oro. Como una Roma altomedieval, que ni era capital ni era imperial, que era ruinosa pero conservaba su aura eterna y a la que todos miraban como el sueño inalcanzable. Así lo veían, así veían a Elvis.

Y comparaciones histórico-musicales más o menos afortunadas aparte, lo cierto es que Elvis grabó esta sencilla, elemental y preciosa canción tan solo semanas después de su separación de Priscila, su gran amor y madre de su única hija.

Elvis Presley: «Always on my mind»

Dos Genios en el Monasterio

«Cuando pinto no quiero explicar nada; no quiero imponer nada a quien contemple mis cuadros. La pintura debería quedar exenta de toda pretensión»  – Diego de Velázquez –

Tenía 26 años cuando llegó por primera vez. Desembarcó en el puerto de Alicante procedente de Roma y recibido por cuatro miembros de la Corte fue dirigido a Valladolid en un viaje de más de veinte días. No eran muchos los trabajos que debía acometer pero sí era grande la espectación que generaba. Estuvo apenas un año en España y pasado ese tiempo regresó a Italia,  a su mundo de artistas, diplomáticos, nobles y reyes. El flamenco tardaría en volver veintinco años.

Madrid. Año 1629.

El sobrio ujier del rey acompañado de tres miembros de la Guardia Real se dirige por los bajos fondos de Madrid en busca de su pródigo invitado extranjero para recibirlo con los honores que merece. La última vez que pisó suelo español el ujier Diego Velázquez tenía apenas cuatro años.  Sin embargo parece que el veterano flamenco ha dado esquinazo al protocolo real y ha preferido ver a su amigo Francisco para que lo ponga al día en «los asuntos de Estado» antes de clausurarse casi voluntariamente en el Monasterio de El Escorial. Finalmente  llegan al lupanar más famoso de Madrid y cuando el ujier abre la puerta principal encuentra allí borrachos y en compañía de prostitutas  a Francisco de Quevedo y a Peter Paul Rubens. Ambos se abrazan, brindan, beben, rien, besan a sus acompañantes, recitan a Ovidio en latín y hablan entre ellos en italiano. El ujier se presenta, hace a un lado a Quevedo y acompaña a su admirado invitado «Pedro Pablo» Rubens al Escorial.

Rubens tiene cincuenta y un años. Es un artista consagrado y admirado en toda Europa. Velázquez tiene veintinueve  y a pesar de su meteórica carrera primero en Sevilla y más tarde como pintor del rey aún sigue buscando un estilo que lo acerque a sus admirados Caravaggio, El Greco y cómo no, a su huesped de Flandes. En el Monasterio tendrán ocasión de estudiar las colecciones de los Hagsburgo y «entre sotanas y tumbas reales» pasan largas tardes hablando durante casi un año sobre el oficio de pintor, sobre dignificar su profesión, sobre religión, sobre política, sobre sus gustos artísticos. Velazquez es un hombre culto que domina temas como la Anatomía, la Geometría, la Filosofía y la Historia por lo que Rubens, artista y diplomático, encuentra en él a un conversador excepcional.

Rubens admira poderosamente a Tiziano y a los maestros italianos en general. «El color de los venecianos y la templanza de los toscanos». Velazquez siente verdadera vocación por El Greco y, a pesar conocerlo solo por grabados copiados, por Caravaggio. No se pondrán demasiado de acuerdo.

Diego, me recuerda usted mucho a mí cuando tenía su edad, así que debe dejar que le de un consejo. Salga de aquí,abandone su pinta de mortaja y esta Castilla lúgubre. Viaje a Italia, conozca y copie las obras de Tintoretto, de Veronés y por su puesto del más grande de los venecianos: Tiziano. Yo crecí copiando a los Maestros y sobre ellos pude sumar. Sé que es usted el mayor Artista de su país, yo veo en usted el talento de un creador… pero aquí se pinta como en Italia hace veinte años. Y usted es siempre tan comedido, tan callado, tan oberservador ¿dónde están sus sentimientos? ¿dónde está la vida y los sentimientos en su pintura? Usted los tiene adentro Diego, solo debe saber hacerlos aflorar. Por favor no se ofenda, le hablo como pintor y amigo…

– ...y maestro.

Diego de Velázquez, que durante su primera época perseguía una pintura naturalista que pretendía plasmar la realidad, debe en parte a Rubens su evolución personal como artista. Fue a Italia gracias a él y allí aprendió a pintar el aire, a oxigenar el espacio entre las figuras, a trazar la luz y a convertirse en uno de los más grandes pintores de la Historia.

Rubens. Autoretrato

Velázquez. Autoretrato

A Rubens le parecían artistas sobrevalorados El Greco y, apesar de su incuestionable genialidad, Caravaggio. Velázquez por su parte no sentía nada con las obras de Rafael.

Como para sentenciar en el mundo del Arte…

Federico II de Prusia

«Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.» Federico II

Descendiente de una de las miles de familias judías eslavas de Panonia que emigraron a Prusia a finales del siglo XVII, el escritor Ozro Ziscarevich, que vendría a significar Osro hijo de Ciscares, conseguiría progresar socialmente hasta adentrarse en la mismísima corte del gran rey Federico II de Prusia. Ziscarevich, gran conocedor de las costumbres y del pensamiento germánico logró ocultar sus verdaderos orígenes semitas para poder ascender en la estricta y monolítica estructura social prusiana y ser testigo directo de los grandes acontecimientos de la época. Para ello no dudó en adaptar su apellido, con el que firmaba todos sus documentos, del eslavo al sajón clásico, y es así como nos ha llegado hasta hoy:  Cisco.

Fragmentos de la correspodencia epistolar intercambiada entre Cisco y el profesor Hans Van Volum en el que Cisco habla sobre la vida de Federico II «El Grande»:

Habían pasado dos días desde la fuga huyendo de Prusia. A Federico no le interesaba lo más mínimo el destino que su padre le tenía reservado. Una vida solemne en un palacio y reinando un Estado militarizado. Su vocación andaba lejos de los asuntos políticos y se encaminaba más hacia la filosofía y las artes. En su aventura le acompañaba el teniente Hans Hermann von Katte, su mejor amigo. Pero no alcanzaron su objetivo. Fueron capturados cuando no se había cumplido tres días de la huida. Su progenitor (apodado el Rey Sargento) fue implacable y los ajustició con un castigo ejemplarizante: condenó a muerte al que creía amante de su hijo y encarceló a su hijo Federico durante dos años en la prisión. En un alarde de crueldad le obligó a presenciar la decapitación de Hans Hermann y le fue retirada temporalmente su condición de príncipe heredero del reino. Pasados unos años, y no se sabe bien por qué, en el lecho de muerte de su padre Federico Guillermo I, aceptó el cargo de rey.”

Federico II el “Grande” de Hohenzollern nació en Berlín el 24 de Enero de 1712 y fue el tercer rey de Prusia. Su largo reinado comienza en 1740 y finaliza en 1786, cuando muere en Postdam. Anteriormente había aceptado casarse con Isabel Cristina, hija de Fernando Alberto II de Brunswick en 1733, aunque no llegó a compartir su vida con ella. Este último hecho significativo ha hecho correr ríos de tinta sobre su supuesta homosexualidad o su animadversión hacia las mujeres. Independientemente de esto, su figura ha quedado grabada con letras de oro: fue el máximo exponente del despotismo ilustrado, impulsó el derecho prusiano protegiendo a los más débiles, fundó la sanidad y la educación pública. Fomentó la colonización a base de inmigrantes procedentes de las zonas más despobladas y atrasadas del reino consiguiendo aumentar la población hasta los seis millones de habitantes. Es considerado uno de los mayores genios de las tácticas militares de la historia, a la altura de figuras tan emblemáticas como Alejandro Magno o Julio César, lo que le permitió expandir el territorio prusiano.

Aparte de todo esto, Federico II destaca por ser un hombre muy ligado a la cultura, las artes y las ciencias. Fruto de ello construyó un Palacio en Postdam llamado Sans-Souci (en castellano, “sin preocupaciones”) donde tenía su corte, pero que era mantenido de forma muy austera. Era su lugar de residencia habitual en épocas vacacionales y donde daba rienda suelta a su vena artística y su interés por la filosofía, recibiendo en él a figuras tan importantes como Voltaire con el que mantuvo una estrecha relación. De hecho, llegó a escribir treinta volúmenes literarios, publicados entre 1846 y 1857, entre ellos, Historia de mi tiempo y Anti-Maquiavelo, en el que se insta a los gobernantes a pertrecharse de una fuerte envergadura moral y criticando duramente el realismo político.

A la muerte de Federico II, y al no tener descencia, heredó el trono su sobrino Federico Guillermo II, que dilapidó toda la riqueza heredada por su antecesor, olvidándose del pueblo y dedicándose exclusivamente a los placeres terrenales. Como era de esperar no respetó la última voluntad de su tío, que había pedido ser enterrado en los jardines de su palacio de Sans- Souci en una tumba sin grandes alardes de grandeza. No fue hasta 1991 cuando Federico II vio cumplido su último deseo de ser enterrado allí junto a sus once perros. Si uno visita la tumba en Postdam puede observar como el homenaje del depósito de patatas de la gente de a pie sobre su tumba es hoy un símbolo en agradecimiento por ser el promotor del cultivo de patatas que palió el hambre del pueblo después de la guerra de los 7 años. Durante su mandato se alentó su cultivo en Prusia, un verdadero acierto, ya que décadas después entre los años 1771 – 1772 salvó muchas vidas por el desastre de las cosechas, una de las muchas que Europa padeció en su historia.

«Los títulos son condecoraciones para tontos. Los hombres grandes tienen suficiente con su nombre» Federico II

Federico II

Mundo Traidor

Como si de hoy mismo tratase:

¿El mundo a modo de nimbo en el que las vidas humanas  justifican que exista? ¿o simplemente seres atrapados en una esfera invisible?

¿Un hombre rico al que un ladronzuelo roba la bolsa de dinero? ¿O un mendigo disfrazado de hombre rico que se ríe del desgraciado que intenta sacar partido de sus migajas ?

¿Un campesino estoico y franciscano contentado con arar sus campos, vigilar a las ovejas  y dar de comer a los pájaros en comunión con lo Absoluto? ¿O el más involuntario y mezquino sentido de renuncia?

Pieter Bruegel «el viejo»: Mundo Traidor

Pieter Bruegel El Viejo (1525-1569), uno de los cuatro grandes pintores flamencos junto a Jean Van Eyck, El Bosco y Rubens escribió al pie de esta enigmática obra: «voy de luto porque el mundo es traidor».

 

 

 

Crónica de un despido anunciado: Ana Pastor.

» No estoy dispuesta a cobrar dinero público por hacer pasillos» Ana Pastor.

Ana Pastor, periodista de raza, profesional espectacular, periodismo en estado puro,  lo mejor de esta generación cutre nacida en Democracia a la que pertenezco, ha sido despedida de los Desayunos de RTVE. El Director de Informativos de Tele-Esperanza fichó por RTVE y la finiquitó. Así de claro. Naturalmente no conviene tener a alguien como ella en la televisión pública del Estado. No se puede decir otra cosa que «¡Qué vergüenza de país!» Siempre se puede caer más bajo.

«Sé que me cesan por hacer periodismo». Olé tus huevos Ana. Y todo el mundo que haya visto al menos cinco minutos trabajar a esta mujer sabe que es verdad. Lo único que hace es Periodismo y ahora, recien despedida, hace saber a casi todos los demás, a todo el mundillo periodístico que apesta a intereses creados y a influencias partidistas,  que lo que ellos hacen no es periodimo, es mercantilismo. Mi admiración y apoyo a esta mujer es absoluto.

Ana Pastor

Ana Pastor

Como si anduviésemos sobrados de intelectuales y de gente capaz en esta época histórica oscura en la que la vuelta a la caverna está más cerca que nunca, en la que la Involución es ya una realidad… el jefecillo de turno decide quitarla de en medio. Si bien la intelectualidad entendida como antes está claro que ya no existe en este país, sí que es cierto que alejándose de ella lo único que se logra es entrar en un túnel sin retorno.

«Despues del desastre de Cuba, mientras toda una España anacrónica agonizaba, la cultura vivía una vida pletórica como no había disfrutado desde el siglo XVII. El camino ascendente emprendido por la cultura en 1875 desembocó al llegar el siglo XX en un periodo de esplendor, una segunda edad de oro en la que conviven tres generaciones: los ensayistas del 98, los europeístas del 14 y los poetas del 27. Una clase intelectual, en el verdadero sentido del término, de amplitud nunca superada después, habría de ser en muchas ocasiones el espejo y detonante de la crisis del Estado. Por primera vez una generación española tenía una conciencia clara de su función rectora en la vanguardia de la sociedad. La tuvieron ellos, pero no así el país ni su rey Alfonso XIII, que nunca los frecuentó, confiando su popularidad, no recompensada políticamente, al ejercicio de un sentido madrileño de la frase graciosa o la ocurrencia castiza»  – Fernando García de Cortázar –

Ya sabemos como acabó el asunto anterior con el fracaso de la Segunda República y la Vergüenza Civil. Yo me pregunto ahora mismo ¿dónde están los intelectuales de este país? al tiempo que tambien me cuestiono ¿existen intelectuales en este país además de Punset? Tal vez se contentan con escribir su articulito de turno sobradamente remunerado los domingos, o publicando alguna frase ingeniosa en twiter o facebook y se van a la cama sintiendose «removedores de conciencias». Menuda basura. El apocalipsis no será material; este será una simple consecuencia del apocalipsis intelectual.

«Vi lobos salvajes alrededor de un recién nacido,
vi una autopista de diamantes que nadie usaba,
vi una rama negra goteando sangre todavía fresca,
vi una habitación llena de hombres cuyos martillos sangraban,
vi una escalera blanca cubierta de agua,
vi diez mil oradores cuyas lenguas estaban rotas,
vi pistolas y espadas en manos de niños,
y es dura, es dura, es dura, y es muy dura,
es muy dura la lluvia que va a caer.»      Bob Dylan «A hard rain’s a-gonna fall»

Teresina y el Príncipe de España

“Esas tierras siempre verdes entre el mar y las rocosas, entre el llano y las montesas donde el norte se termina y los días se eternizan» – Crónica mozárabe s. XIV –

Cerca de Mieres, allá por el alto de San Emiliano nació y se crió la niña Teresa bajo la obsesiva protección de su madre y de la siempre rígida moral montañesa. Huérfana de padre desde apenas los dos años, Teresa creció en relativa normalidad gracias al amparo del que siempre fue objeto por parte de las Hermanas Pobres de Santa Clara, que se apiadaron tanto de ella como de la temprana viudedad de Lena, su madre. A pesar de sus carencias y de tener que vivir con lo justo fue una niña feliz. Nunca aprendió a leer ni a escribir, ya que el Convento exigía unas sumas de dinero imposibles para Lena, pero Teresa era una niña inquieta y curiosa que aprendía y maduraba al tiempo que iba creciendo inmersa en una relación directa y armónica con la naturaleza.

Muy distinta fue la infancia de Juan, llena de cuidados y lujos aunque siempre condicionado por su delicada salud. Nació por sorpresa y su parto fue difícil. Su madre, la reina, ya tenía veintisiete años y su enorme actividad la había privado del descanso y de los cuidados adecuados que tan ilustre parturienta hubiera merecido. Lo cierto fue que Juan vino al mundo en un gran salón de los reales alcázares de Sevilla de manos de la partera más famosa de la ciudad: «la herradera» . Su apodo se debía a que su marido era un herrero propietario de una fragua en la calle feria. Desde allí hasta los palacios fue arrastrada «la herradera» para asistir durante el parto.

Juan tenía la mente ansiosa y deseaba conocer la tierra de la que algún día sería rey, así que bajo la tutela del obispo Diego de Deza se dispuso con su séquito itinerante a recorrer la geografía de un país en ciernes. Esto lo llevó camino al norte y a ser nombrado Gobernador de Salamanca a pesar de su juventud. Un buen día, habiendo pasado dos noches en León por motivos imperiales salieron de caza en expedición de varios días que los llevarían a recorrer los antíguos campos astures de Langreo, Mieres, etc. Y fue así que en el lance de una cabalgada se acercaron al alto en el que la viuda Lena habitaba y pidieron agua para saciar su sed. Teresina, que ya contaba con dieciseis privamaveras por dieciocho de Juan, acudió en ayuda de su madre a llevar agua a los caballeros. Fue entonces cuando Juan y Teresa se vieron, se miraron y el mundo entero les dió un vuelco. Nunca antes habían experimentado un sentimiento semejante y ambos jóvenes se entregaron uno a otro siempre de forma clandestina y fervorosa. El esplendor en la hierba y la magia desconocida de un amor irrefrenable hizo que a los cuatro meses Teresina tuviese su primera falta. La indignación, la maldición y la ira de su madre llegó hasta más allá de la la llanura del sur:

– Yo sabía, yo sabía que esto pasaría. ¿Qué te has creído tú niña? ¿Tú sabes lo que estás haciendo? ¿Acaso sabes de quién eres fulana?

– ¡Pero madre yo lo amo!

– ¡Tú no sabes lo que es amar! Maldita seas. Por una mala noche dejaste de ser casada. ¡En fuego te quemes, niña!

Juan no abandonó a Teresina, como él la llamaba. Estuvo junto a ella y cada vez más a ojos de todo el mundo su amor fue conocido y se escribieron los más bellos romances cantados por los juglares en las plazas de los pueblos norteños. Durante aquellos meses su amor fue el símbolo de una edad, de una época en la que los sentimientos humanos eran la medida de todas las cosas bellas y feas del mundo.

Sin embargo al igual que Dios expulsara a sus hijos del Paraíso tambien decidió desde el valle de Josafat que durante el séptimo mes de embarazo de Teresa el príncipe Juan cayera enfermo. Teresina en su inocencia no lo podía creer. Era la persona más feliz del mundo y de repente Dios los maldecía. El obispo don Diego, siempre fiel y leal al príncipe Juan lo trasladó a Salamanca y mandó llamar a los mejores médicos de España pero ya no quedaban judíos, que eran los más aptos en este arte. Todos ellos examinaron a Juan y crearon el desconcierto por la disparidad de sus diagnósticos: «Unos dicen que se muere, otros dicen que no es nada» explicaba el obispo a Teresa. El último de ellos tras examinarlo lentamente se fue a un rincón y estuvo un breve instante en silencio hasta que don Diego lo interpeló:

¿Qué mira buen doctor, que tanto mira y calla?

Le digo don Diego… que disponga de su alma. Tres horas tiene de vida y hora y media ya viene andada. Hora y media le queda para disponer de su alma.

Ante un diagnóstico tan fatal don Diego mandó llamar a los reyes para que pudieran acompañar a su hijo de apenas diecinueve años en tan desgraciados momentos. Juan apretó la mano de su padre e hizo ademán de querer decirle algo al oído.

– Padre…Teresa está embarazada. Ni siquiera capaz fuí de darle gran cosa; nuestro amor de tan verdad no pudo ser Real y solo de oro un anillo le pude dar. Pero de lo que de verdad le dí por favor padre…no le quitéis nada.

– Hijo mío. Si tú le diste un de oro, yo le daré un de plata.  Si trae al mundo a un varón será Príncipe de España pero si trae a una niña será monja en Santa Clara. .

Aquella mañana Teresina acudió a Santo Domingo de Ledesma, muy cerca de Salamanca, a oir misa en la iglesia de Santa Clara y rezar por la salud de su amado y padre de la criatura que vivía en su vientre. Volvía reluciente, animada y confiada en que todo se arreglaría y Juan saldría pronto de la cama. Poco le importaba a ella el Infantado, el reino y su posible noble vida junto al Príncipe. Cuando llegó a los aposentos del Príncipe en los que gracias al obispo don Diego podía entrar, Juan la tomó de la mano y le comunicó sin rodeos el triste final que le deparaba. De repente Teresa sintió que las fuerzas la abandonaban y cayó al suelo. No podía ver ni oir. Solo la culpa divina en nombre de Dios Padre y la voz de Lena sonaban mareante en su cabeza: «En fuego te quemes niña, en fuego seas quemada».

Cayó inconsciente Teresina embarazada y en cama hubo que atenderla. Tomada por la fiebre y  la pena quiso la providencia que no volviera a levantarse ni siquiera para dar el último adiós a Juan. El Príncipe moría a la medianoche y Teresina lo hacía a la mañana.

Un niño muerto le sacaron a Teresa y por orden del siempre leal Diego de Deza lo pusieron entre su padre y su madre. Yacieron los tres juntos en un ataud de plata.

Y aquí se acaba la historia de Teresina enamorada.

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La temática de La Muerte Ocultada y de Los Amantes del Alma es una de las más recurrentes en los romanceros medievales de Europa. De este concretamente existen múltiples variantes y versiones adaptadas por todas las regiones y los pueblos de España desde vasconas a de sefardíes emigrados a Marruecos.

El Príncipe Juan (1478-1497), hijo de los Reyes Católicos Fernando e Isabel, estaba llamado a gobernar el naciente reino de España, las Américas y el Imperio.

Tres siglos despues de su muerte la tumba del Príncipe Juan fue profanada por los franceses durante la Guerra de la Independencia y sus restos se perdieron.

Sepulcro del Príncipe Juan. Monasterio de Santo Tomás.Ávila.

Una libre adaptación del Romance. Lucas XV: «Teresina»

Una pizca de Esperanza

Realmente está todo perdido. Toda la tripulación lucha contra el fuerte viento atrapada en una tempestad descomunal. Ha perdido la confianza en sí misma; se siente cansada, fatigada, exhausta. Han pasado ya tantos días, tantas semanas, tantos meses de solitarias maniobras colectivas en lucha contra los elementos que estos hombres empiezan ya a claudicar ante el más consciente abandono. Navegan hacia el fin de la nada. Nadie sabe cómo acabará si es que acaba este descenso por lo ignoto. Hace ya mucho tiempo que vienen contemplando la tierra de la única forma posible: miran a estribor y la tierra se alarga y se alarga hacia el sur. Navegan en paralelo a la costa con rumbo fijo hacia ningún lugar. No hay otra forma, no hay otra medida que no sea esa. Al menos no la pierden de vista. Es un sinsentido controlado, una temeridad hasta cierto punto coherente dominada por una calma tensa que ya empieza a descarriar con la llegada de los primeros vientos. Nunca nadie ha estado donde ellos están ahora cuando el fuerte viento del norte, la violenta tempestad y las aterradoras tormentas llevan a la embarcación mar adentro y pierde la referencia terrestre. Comienza la lucha, la pelea por la supervivencia, el sálvese quien pueda ante el gran y feroz leviatán marino, ante el crugir del cielo y el latigazo de las lluvias. Pasan más de una semana en mitad del océano sin el menor indicio terrenal. Días después el viento sopla en sentido inverso, del sur, y la tierra que antes veían desde estribor alargarse de norte a sur la ven ahora desde proa extenderse de oeste a este. El tiempo mejora y dirige los barcos hacia aquella última punta de tierra avistada justo antes de que se desencadenara la furia de los elementos. Ahora todo es alegría. La dos agujas de la brújula señalan el norte. Ahora solo hay esperanza.

A finales de julio de 1487 Bartolomé Díaz comandaba una pequeña flota con la misión de explorar la costa oeste del continente africano con el fin de averiguar donde acababa y si existía algún paso posible para llegar a la India. Hasta entonces el punto más meriodional conocido era Cabo Verde. A partir de ahí todo era océano tenebroso. Tras siete meses de navegación, con una tripulación repleta de fiebres y escorbuto lograban vencer su última batalla ante los elementos y vislumbraban el fin de Africa y el paso hacia la India. Dos Cabos recordarían para siempre esta hazaña: El cabo de las Agujas, que ve unirse al océano Atlántico con el Índico y que debe su nombre a que en ese punto las fuerzas magnéticas son nulas y las dos agujas de la brújula señalan el norte  y el Cabo de las Tormentas, cuyo nombre hace honor al sufrimiento de la tripulación.

Bartolomé Díaz había explorado más de 2000 kilómetros de costas desconocidas. Jamás sería recompensada su hazaña.

Más tarde Juan II de Portugal cambiaría el nombre de Cabo de las Tormentas por el de Cabo de Buena Esperanza.

Cabo de Buena Esperanza

Bartolomé Díaz

Ruta del Viaje

Como una canción

Con su tercer disco al que daban el explícito título WAR, los irlandeses U2 coronaban la primera etapa de la que sería y es una larga trayectoria. Al adolescente BOY había seguido el cristiano OCTOBER y ahora, en 1983 cerraban la trilogía con el combativo WAR centrado en los conflictos de Irlanda, en la psicosis de la guerra galáctica y de las dos superpotencias.

U2, con Steve Lillywhite en la producción está todavía más cerca del punk-rock de los setenta que de las cotas atmosféricas y experimentales a las que llegaría años después.

En 1983, con apenas 22 años todos sus miembros y con su tercer disco  quitaban el número 1 de las listas británicas al disco «Thriller» de Michael Jackson.

U2: «Like a Song»

Kadesh, hace más de tres mil años.

«Desde la eternidad el Dios no permite, por causa de un tratado eterno, que la enemistad entre ellos exista»  -Tratado de Kadesh.-

Muy cerca de la bíblica Canaán, en la actual Siria; irónicamente por esas tierras en las que hoy los días se baten entre ellos para ver cuál logra albergar más inhumanidad y mayor barbarie se firmó hace más de tres mil años el primer tratado de paz del que tenemos constancia documental. Tuvo lugar en Kadesh y los protagonistas fueron el rey hitita Hattusil III y el más famoso e importante faraón de toda la historia dinástica egipcia: Ramsés II.

Cuando corría el año 1265 antes de Cristo, Ramsés se interesaba por el desastre que había ocurrido hacía ya tiempo en una isla más allá del mar que, repleta de palacios y de gente refinada, había sucumbido a la ira de los dioses manifestada mediante desastres naturales, terremotos, lluvias torrenciales, etc. Siempre tuvo miedo de que algo así pudiera sucederle al Gran Egipto. Esta isla era Creta, que veía aflorar y sucumbir a la civilización minoica hacía ya algunos siglos y sobre la que Platón sentaría las bases del mito de la Atlántida mucho tiempo después.

La gran mayoría de los historiadores hace coincidir con su reinado el éxodo hebreo, aunque tal vez solo alcanzara la etapa final de su vida y fuera su hijo Merentah el que persiguiera a la población judía casi con toda seguridad prisionera y no esclava como popularmente se cree.

El gran rey con el que el Egipto faraónico vivió su época más esplendorosa en la política, en la guerra, en la cultura y al que todos tenemos en mente con los rasgos del malo malísimo Yul  Brynner…

…inmortalizó la Paz escrita y todavía sigue siendo un ejemplo para todos los intentos que han venido y vendrán detrás. Desgraciadamente sigue siendo necesario.

A raiz del Tratado de Kadesh el comercio entre ambas potencias  tuvo un gran desarrollo y esto permitió la venta de hierro procedente de Anatolia a Egipto, que abandonaba así la Edad del Bronce y entraba en la del Hierro paulativamente. No siempre fue necesaria la guerra para que una sociedad evolucionara. La Paz también fue y es un camino.

El gran faraón volvió a la actualidad cuando en 1881 los hermanosl Abd el Rasul descubrían, tras una larga lista de saqueos, hurtos y comercio de reliquias,  la momia de un hombre anciano que resultaba ser nada más y nada menos que el gran Ramsés II.

En 1980 su momia fue traslada a Paris para ser sometida a un estudio de restauración debido a su deterioro en El Cairo. Tres mil trescientos años después Ramsés II hizo su último viaje con pasaporte egipcio y fue recibido en Francia con honores de jefe Estado.

Paisaje Sublime: Caspar David Friedrich

«Hay en todo hombre, por humilde que sea su condición, un anhelo latente de comunicación con lo divino, de sentirse elevado de lo temporal a lo espiritual»  E.O. James.

Bañada por el mar Báltico en la costa nororiental de Alemania, la ciudad hanseática de Greifswald vería nacer a uno de los más grandes exponentes del Romanticismo germano, un precursor del simbolismo, un místico que llevó a cotas metafísicas su concepción de paisaje sublime: Caspar David Friedrich.

En octubre de 1806 Napoleón Bonaparte destrozaba las fuerzas prusianas y sajonias y entraba triunfalmente en Berlín. Su primera medida fue la creación de la Confederación del Rin; una asociación de Estados aliados al corso que aseguraba la estabilidad de la zona. Al mismo tiempo, al igual que ocurriría en España, un fuerte sentimiento antifrancés iba adquiriendo protagonismo alimentado de anhelos  nacionalistas que proclamaba un pueblo, una historia, una sangre y una lengua. Caspar David Friedrich era uno estos jóvenes intelectuales que defendían una gran Alemania libre de estamentos, de absolutismos y por supuesto de franceses.

En estos momentos la obra de Caspar está dominada fundamentalmente por motivos patriótico- nacionalistas y sus cuadros se venden bien.

Ocho años después, con la caída de Napoleón en Waterloo y su posterior exilio en Santa Elena, se celebrará un gran Congreso en Viena para determinar la organización y el futuro de las potencias europeas. Muchos son los que como Caspar tienen puestas sus esperanzas en ese cónclave del que, libre ya del ogro francés, emergerá una Europa liberal, popular y libre.. ¡Y una Alemania unida!

Sin embargo el Congreso votó por la vuelta al Absolutismo, a las viejas estructuras…y por si fuera poco Inglaterra, Francia y Rusia preferían una Alemania fragmentada y dividida, de modo que Baviera, Renania, Sajonia, Prusia y otros principados y ducados tuvieron que ver frustrados sus deseos de conformación de una gran Alemania. De herencia napoleónica asistimos al germen del sentimiento de frustración nacionalista alemán que se desarrollará a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX.

Son muchos ahora los que como Caspar David Friedrich se sienten profundamente decepcionados, alejados de lo despreciablemente terrenal de la política, perdidos en el mundo. A su fuerte sentimiento religioso se une el anhelo de trascendencia para convertir el Realismo anterior en producto de Dios y de la Naturaleza. Un sentimiento metafísico de relación del hombre con la naturaleza abraza su obra en un sueño de temor, desesperanza, incertidumbre y misticismo. Si el cuerpo es el alma, la tierra es el espíritu y el paisaje es la divinidad. Su obra refleja la inalcanzable aspiración humana; el drama viviente hacia lo eterno.

Caspar David Friedrich: Monje a la orilla del mar

Caspar David Friedrich: Caminante ante un mar de niebla

Caspar David Friedrich: Acantilados blancos

Caspar David Friedrich: La luna saliendo de la orilla del mar

Historia de Antonio el Camborio

Al morir su padre las  miradas de los dos prestamistas se fijaron en él. Tener doce años recién cumplidos no iba a salvar a Antoñito de aquellos vampiros a pesar  del duelo que debía mantener por su padre muerto. Se trataba de saldar deudas; las dichosas deudas contraídas por Ginés, padre de Antoñito, a causa de las  excesivas condiciones que le habían impuesto esos malnacidos por la cesión de dos fanegas de tierra a las afueras de Benamejí. «Me han estafado, de dos fanegas solo tengo buenos dos celemines pa trigo» se lamentaba con frecuencia Ginés. A pesar de esto, su carácter luchador y orgulloso le hacía saber que no iba a darse por vencido fácilmente: «Yo soy un Camborio Heredia y trabajo mano a mano con el Sol» solía decir. Cultivaba, recogía y vendía lo que iba pudiendo. Con su viejo carro y dos mulas, los miércoles iba hasta Antequera por el antíguo camino empedrado y los sábados se acercaba hasta Lucena atravesando las colinas y los montes imantados. Iba alternando así las ferias semanales hasta que todo se torció un mal día de septiembre que fulminado, Ginés cayó al suelo para no levantarse más. Solo tenía cuarenta años.

«Mi cuerpo sin venas consulta naipes helados»

Antoñito lloraba a un padre al que ya había empezado a ayudar en sus labores. Para más inri, el contrato de cesión de cinco años que había firmado Ginés cumplía solo dos días después del trágico final. Las amenazas y las presiones de los prestamistas hicieron que Antoñito y su madre echaran mano de su familia, pero tuvieron tan poco éxito que llegó el día, tan solo tres meses después de la muerte de Ginés, que tuvieron que huir de Benamejí en mitad de la noche oscura hacia el serrano pueblo de Cabra donde los acogerían unos familiares lejanos. No sabían que decían adiós para siempre a las orillas del Genil. Durante los pocos días que duró el viaje Antoñito creció unos pocos años pero su madre Remedios envejeció un siglo. Mientras la mujer rompía de pena un corazón ya roto de tristeza, el del niño iba albergando odio y un sentido de la supervivencia más cercana al de los animales salvajes que al del común de sus semejantes. Fueron tres días de viaje a pie; dos noches en las que los martillos cantaban sobre los yunques sonámbulos.

En la sierra fue, creció y aprendió a sobrevivir Antoñito mangoneando cuanto podía para llegar al día siguiente. Amarrado a la caliza se hizo a sí mismo. Ya hacía dos años que había dejado la escuela para ayudar a su padre, así que en Cabra su condición de peseguido hizo que ni se planteara la posibilidad de ir al colegio municipal. Durante cinco años más que vivió su madre ambos vivieron de la compasión de familiares y ajenos pero después de morir Remedios, Antonio tuvo que buscarse la vida como mejor pudo. Uno de esos días, ya convertido en un buen mozo gitano, Antonio y sus  compinches saltaron la tapia de la finca «El moro» a tres kilómetros de Cabra para robar naranjas. Lo tenían todo planeado excepto la presencia de dos guardias civiles que caprichosamente el destino había de cruzar en sus caminos cuando salían de la finca y cargaban de naranjas y lechugas un carro robado en la plaza de abastos. Ante los gritos imperativos de los guardias Antonio y sus amigos comenzaron la estampida que duró casi cuatro días y que los llevó hasta las puertas de Córdoba. Una vez allí fueron detenidos y ajusticiados a base de hostias, porrazos y escupitajos.

«Grave silencio, de espalda, manaba el cielo combado»

Después de una semana encerrados en los calabozos menos ilustres los tres amigos apaleados emprendieron cada uno su camino. Antonio decidió volver a Cabra y cuando llevaba día y medio andando sin comer más que polvo atisbó un campo de sandías que asaltó sin pensarlo con la mala fortuna de que el capataz de la propiedad lo vio. Cuando Antonio comenzaba torpemente a intentar huir cuál sería la sorpresa que reconoció en el rostro del capataz a Juan Antonio el de Montilla, uno de los prestamistas que exprimieron a su padre y obligaron a su madre y a él mismo a tener que huir de Benamejí como dos apestados, como dos proscritos. Era el culpable de toda la vida que había tenido que llevar y de la pena de Remedios, su madre. Fue así que de un impulso soltó la sandía y sacando fuerzas de flaqueza se lanzó hacia él como un animal salvaje. Tras un breve forcejeo en el suelo Antonio echaba mano de un pedrusco y le rompía el craneo al de Montilla.

Antonio Heredia el Camborio saldó cuentas con el pasado. Aún tuvo entonces la sangre fría suficiente de coger camino a Sevilla sabiendo que a sus apenas veinte años no le convenía volver a ningún sitio en el que  ya hubiera estado. Estaba buscado en Benamejí, tenía antecedentes en Cabra, lo habían detenido en Córdoba y había matado a un hombre en mitad de ninguna parte. Lo mejor era empezar de nuevo; lo mejor era tomar camino a Sevilla por campos de cebada y trigo, por tierras de vid y algodón envueltas en cante jondo que es el cantar de la redención.

«Fijaba sobre el muro su soledad con descanso»

Antonio no tardó en adaptarse a la ciudad y sus habilidades de buscavidas le facilitaron hacerse pronto con un trabajo en el puerto. No era gran cosa pero sí suficiente para pagar una habitación en una casa de vecinos con un patio de adelfas. Así fue haciéndose un sevillano más. Su buena planta y su perfil afilado le hicieron ganar cierta fama de mujeriego sinvergüenza.Vivió bien, en buenas épocas ganó dinero y pudo relacionarse con algunos señores haciendoles trabajos extra en festines y juergas. Incluso se casó con una prima lejana, Heredia también. Pero nada era suficiente. El puñal del dolor seguía clavado en su corazón. No podía olvidar todo lo que había pasado en su vida: la trágica muerte de su padre, la pena de su madre, los robos, la huida de Benamejí, el asesinato de Juan Antonio el de Montilla y las mujeres a las que había engañado. Su esposa, la Tomasa, amargada con la vida que le daba su marido se arrojó a un pozo y se quitó la vida. Una aureola de triste maldito comenzó a rodearle y todos aquellos que antes sucumbían a su encanto ahora lo llamaban Antonio el Amargo.

«Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir»

Un veinticinco de junio, misteriosamente llegó una carta para Antonio Heredia el Camborio. Los vecinos le metieron la carta por debajo de la puerta. La carta decía: «En dos meses estarás muerto». Pero Antonio lejos de aterrorizarse sintió alivio. Sabía que eran sus primos Heredia de Benamejí los que venían para saldar la deuda de deshonor que les había inflingido con su vida, con el mero vivir y con no haber sabido evitar que su mujer se quitara la vida. Antonio sintió alivio y respiró tranquilo. Dos meses después, una noche de farra volviendo de madrugada por la orilla del río cuatro hombres lo cercaron. Aunque sabía que era su final Antonio no se entregó facilmente y peleó como un jabalí. Cuando cayó al suelo y se sintió ir Antonio encontró una paz que le había sido negada desde que nació.  Tres golpes de sangre tuvo y se murió de perfil. Eran cuatro los puñales, tuvo que sucumbir. Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir.

El veinticinco de junio
le dijeron a el Amargo:
Ya puedes cortar si gustas
las adelfas de tu patio.
Pinta una cruz en la puerta
y pon tu nombre debajo,
porque cicutas y ortigas
nacerán en tu costado,
y agujas de cal mojada
te morderán los zapatos.
Será de noche, en lo oscuro,
por los montes imantados,
donde los bueyes del agua
beben los juncos soñando.
Pide luces y campanas.
Aprende a cruzar las manos,
y gusta los aires fríos
de metales y peñascos.
Porque dentro de dos meses
yacerás amortajado.

*Historia basada en el «Romance del Emplazado» de Federico García Lorca. El poeta escribió el Romance y el cantaor lo cantó:

Camarón de la Isla: «Romance del Amargo»

Sobre la Revolución 14.07.1789

Toda la ingenuidad que recogía el ideario de los pensadores ilustrados terminó guillotinada durante aquellos días aciagos y combulsos de París.

La Revolución  duró poco más de diez años. Desde que la gente de a pie tocaba fondo por no poder comer y tomaba la fortaleza prisión de La Bastilla el 14 de julio de 1789 hasta que Napoleón Bonaparte daba un golpe en la mesa asaltando el Directorio y tomando el control de los Consejos Legislativos el 9 de noviembre de 1799. Diez años en los que  se habían ido esfumando ideales, consignas, romanticismos adelantados a su tiempo y libertades guiando pueblos.

La oda al ser humano, a la libertad, a la fraternidad, al progreso, al optimismo y a todo ese caldo de cultivo gestado a lo largo de muchos años por Voltaire, Rousseau, Smith y muchos otros llevaban consigo el germen de la Revolución aunque sus creadores no lo supieran. Tan solo había que esperar a que la coyuntura fuera la adecuada. Durante los años años ochenta del siglo XVIII en Francia la gente pasaba hambre, los niños morían malnutridos, los impuestos solo existian para unos muchos mientras que unos pocos se daban a la buena vida viendo como el ejército hacía la guerra transatlántica y toda una serie de líderes carismáticos de clase burguesa aspiraban a estar tan considerados como los nobles de nacimiento.

Los políticos habían entrado esa mañana en el Parlamento como si de un día más se tratara. Siguiendo la costumbre aquellos que defendían unas ideas que abogaban por conservar el orden establecido y mayoritariamente católicos se habían sentado a la derecha del rey y los que eran partidarios de cambios sociales en materia de igualdad y derechos individuales se habían sentado a la izquierda. Los indefinidos o que sentían tener sentimientos encontrados se sentaban en frente porque no tenían otro sitio ni lugar que dejara de manifiesto su oposición a algo.

No; esto es un error. En realidad ya no había rey ni reina porque ya habían sido decapitados junto a cerca de cuarenta mil personas más. Ahora, seis años después de la Primera República Francesa las calles estaban ensangrentadas, el odio corría por la mirada de todos los ciudadanos y la Guerra de la Vendée que enfrentaba a revolucionarios con «más revolucionarios» estaba acabando con las buenas intenciones.

Desde tiempos inmemoriales la frustración ha sido siempre el camino más corto hacia el rencor y  la supresión de libertades por su parte el medio más rápido de intentar ordenar sociedades. 

Aunque algunos tachen de «naufragio» a la Revolución Francesa, fue solo el primer paso de lo que más tarde serían las revoluciones burguesas del siglo XIX y que a la postre conformarían muchos de los pilares que sustentan nuestra sociedad actual. Entonces no había deuda externa, tasa de paro, futuro para los jóvenes,  déficit público ni copago sanitario. Por aquel tiempo solo había comer o no comer, existir o morir, gente a la que amar y gente a la que odiar. Por aquellos años no había manifestaciones pacíficas, había revueltas violentas.

Ojalá hubiera sido de otra manera, pero lo cierto es que las hermanas  Libertad, Igualdad y Fraternidad se vieron obligadas a nacer de un navajazo sucio en las tripas del Antiguo Régimen y de una guillotina ensangrentada de cabezas nobles y no tan nobles. Nadie dialogó con ellas para que su madre diera a luz en paz.

Para un esteta

Sobre culturetas, estetas, todólogos, basuros estandartes, acomplejados de superioridad moral e inferiodad mental y condenados al abismo del olvido. 

PARA UN ESTETA

Tú, que hueles la flor de la bella palabra, 
acaso no comprendas las mías, sin aroma. 
Tú, que buscas el agua que corre transparente, 
no has de beber mis aguas rojas. 
 
   Tú, que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda,
ni cómo vida y muerte -agua y fuego- , hermanadas,
van socabando nuestra roca.

   Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras;
¡ay!, palabras maravillosas.

   Tú, que bebes el vino en la copa de plata,
ignoras el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa.

   Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor, de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces («Mi obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

   No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria.

   Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río, os verteis en el mar
«que es el morir», dicen las coplas.

   No has venido a poner orden, dique. Has venido 
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

   Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.

José Hierro, de su obra «Quinta del 42»

La noche que tomaron el viejo Dixie

La brisa húmeda de aquella mañana calaba hasta los huesos y mojaba en sudor el rostro del Oficial Primero. En la Estación de Ferrocarril, donde realizaba su trabajo desde hacía más de veinte años, Virgil Caine se sentía y se sabía importante. Y no solo era alguien importante por ser el cabeza de una familia de cinco miembros, sino por ser el encargado de administrar y gestionar la línea ferroviaria, principal vía de suministro de Richmond (Virginia), a la postre capital de los Estados Confederados del Sur.

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Govinda

Una terrible tormenta, un gran diluvio  que Indra, dios de la lluvia, había hecho caer contra toda la población hizo que el joven Krishna (el oscuro) tuviera que dar protección a todos los hombres y, como vaquero que era , al gran rebaño sagrado de vacas. Al ver tal mastodóntica y misericordiosa acción Indra se postró ante Krishna y le ofreció sumisión.

Así es como Krishna Vasudeva, octavo avatar de Vishnú se convierte  en Govinda, protector de las vacas. A estas tradiciones se sumarán algunas otras para dar lugar a lo que es hoy en día el Krishnaísmo o lo que llamamos en occidente Hare Krishna. Para el Hinduismo Krishna solo es uno de los avatares de Vishnú, sin embargo para el Krishnaísmo, Krishna es el dios supremo.

En la maravillosa novela de Herman Hesse «Siddartha», Vasudeva es el barquero, el que conduce a través del río de la vida y Govinda el amigo, seguidor y admirador de Siddartha.

Hilando un poco de aquí y un poco de allá…Krishna Govinda aparece junto a su pareja, Radha, en la portada de «K», disco debut de un grupo que mezcló rock psicodélico y tradición hindú.

Kula Shaker: «Govinda».

El loco Schliemann

Ni sabían ni preguntaban la procedencia de aquel extraño y elegante prusiano que se lucraba con el comercio de armamento y acero a los rusos. No tenía ningún escrúpulo en beneficiarse del inmenso bloqueo al que estaba sometido Rusia durante aquellos días a causa de la guerra de Crimea (1853-1856). Eran tiempos difíciles para todos, incluso para este entrañable sinvergüenza soñador.

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Chupacharcos y Pinchauvas

De entre las muchas formas de reaccionar a un agravio las más comunes son dejar salir al animal que hay en uno mismo o por el contrario echarse las manos a la cabeza compadeciendo al pobre animalito que intenta agraviar. Digo «intentar agraviar» porque el dicho «no insulta quien quiere sino quien puede» se hace realidad de forma pasmosa en ciertas o en muchas ocasiones. En resumen se trata de decir jilipolleces, a ver quién gana.

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Helenístico Polibio

«Helenismo significa fusión». No parecía una frase demasiado reveladora ni impactante por su aparente sencillez, pero la grandeza de la misma radicaba en que partiendo de ella era mucho más fácil comprender y conocer los acontecimientos que se sucederían y que a la postre conformarían el origen de muchas de las cosas que nos rodean y de nuestras maneras de interpretarlas. Sí, esas cosas que solo los idiotas creen que son así «porque sí» o porque «siempre han sido así» o simplemente y ya alcanzando el cum laude de la idiotez  «¿es que acaso podría ser de otra forma?».

La idiotez es en buena medida incurable, creo cada vez con más convicción que sus efectos resultan difíciles de amortiguar y no guarda relación con el expediente académico del sujeto en cuestión: Se puede ser doctor en Harvard y ser un idiota. Sí, hay muchas personas complacidas de ser privadas de sí mismas.

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Historia de un accidente

Igual caminaba con la mirada perdida pero con la cabeza apuntando al cielo que con la cabeza baja y la mirada hacia adentro. Ese día iba con prisa sin prestar demasiada atención a lo que ocurría a su alrededor como de costumbre a pesar de que eran no pocas las personas que iban saludandolo por la calle. El día anterior había conseguido dar con una solución parcial a un pequeño problema inesperado de la fachada y sobre eso iba pensando y cabilando durante su camino.

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Una ruta gótica

Hace un par de años pudimos hacer un pequeño tour en coche por parte de la Cataluña pirenaica y el sur de Francia que hacía tiempo que nos rondaba por la cabeza. Fuimos en coche hasta el valle del Bohí en la provincia de Lérida y además de disfrutar del maravilloso paisaje que nos ofrece la cordillera pudimos entrar en San Clemente y Santa María de Tahull. (Creo que desde que tenía diecisiete años quería verlo). Después de disfrutar de una mañana románico-lombarda cogimos el coche y fuimos hasta Andorra, que al margen de su estupendo balneario y estaciones de eski, no ofrece mucho más. Al día siguiente nos pusimos en camino para realizar nuestra particular ruta cátara de castillos por Francia. Visitamos Albi, Beziers, Toulouse, Foix, Carcasona, pasamos Rennes- le-Chateau, Mirepoix,  el castillo de Montsegur, Narbona, Perpignan y algún que otro pueblo más en cuatro o cinco días creo que recordar.

Ahora me ha surgido otra pequeña ruta por Francia que la verdad, resulta muy fácil de hacer. Se trata de una ruta del gótico francés que podemos recorrer trazando casi un círculo alrededor de París.

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La Carretera del Trueno

Con la ventanilla bajada y el viento de cara el coche avanzaba a una velocidad considerable por la autopista. El paisaje semidesértico solo invitaba a envolver imaginaciones de batallas perdidas en un estado de tristeza. Habían pasado cuatro días de huida, de amor frustrado, de borrachera y de preguntas que habían terminado en un silencio compartido entre amigos con sabor a derrota. Demasiados truenos…

Cuando en la naturaleza se produce un rayo por una serie de causas físicas, los seres humanos solo lo podemos percibir de dos formas: a través de la luz, que sería el relámpago, y a través del sonido, que sería el trueno. La luz (el relámpago)  nos impresiona y el sonido (el trueno) nos asusta.

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El filósofo, el guerrero y la Rosa de la Paz

Una bandeja de plata con dátiles y pistachos acompañaba a una jarra de agua de rosas con nieve extraída del pozo para amedrentar las terribles temperaturas de aquella tarde. El sabio había sido llamado por el guerrero:

¿Cómo se llama el libro que has escrito, yahud?

Guía de Perplejos, sayidi.

Debe ser una obra noble, como noble es tu servicio. ¿Recuerdas cuando casi te obligan a apostatar? Nunca ví una convicción igual en una persona equivocada.

Gracias, sayidi. Solo pretendo aportar mi granito de arena a la vida de mi comunidad, tan dispersa en la tierra como en el pensamiento.

En la tierra la única forma de unir es la fuerza de la espada y los mandatos de Allah. Yo reconquisté esta ciudad desde la que El Profeta subió a los cielos dejando partir a sus habitantes de forma libre y mira como me han respondido los perros cristianos; mandando nuevos soldados a matar por estas tierras que no son suyas.

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Duelo a garrotazos

«Todos somos hijos del español.»  Van Gogh.

De él derivan todas las tendencias pictóricas europeas del siglo XIX y su obra puede estudiarse desde el punto de vista artístico, histórico, filosófico, social y hasta periodístico.

¿Hay algo en España y en Europa que no pueda ser visto a través de Goya?

Sobre un paisaje yermo y baldío, con las piernas supuestamente hundidas en fango dos campesinos se baten a muerte «a porrazos». Seguramente por nada importante o tal vez pagando con su vida lo que liberales y monárquicos, progresistas y moderados, fascistas y republicanos, populares y socialistas fueron y siguen siendo incapaces de conseguir: el entendimiento por un fin común. Duelo a garrotazos: Una claudicación manifiesta ante la incapacidad humana.

«Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejia moral.»  Ortega y Gasset.